miércoles, 22 de septiembre de 2010

El poder de los sabios

Hay varias connotaciones de lo que se quiere decir cuando se utiliza la palabra “sabio”. En este caso me quiero referir a lo que se asume como una inteligencia que se adquiere, no por conocimientos académicos, sino por aprendizajes emocionales y mentales con las experiencias de vida. Como dice el refrán: más sabe el diablo por viejo, que por diablo.

A todos nos pasan cosas, desde que comenzamos a interactuar con el mundo que nos rodea. Estas situaciones que son “normales” a nuestra condición como seres vivos, tienen un propósito indirecto, formarnos como personas en constante desarrollo. Considero que, la mayoría no visualiza este proceso, y se van envolviendo en un esquema de desarrollo educacional/académico impuesto por la sociedad, que no es malo, pero que nos aísla del desarrollo intuitivo e instintivo que poseemos.

Por esta razón, nuestros esquemas son más racionales que emocionales. Las destrezas que adquirimos a través de lo académico nos convierten en seres analíticos, calculadores, racionalizantes. En contraparte, los aprendizajes adquiridos por medio de la observación, la experiencia, los experimentos de vida natural (ponernos a prueba para aprender de nosotros mismos), etc., son los que van moldeando el poder de las personas sabias.

Ser sabi@, implica desarrollar un don que nos hace evolucionar como personas. Nos poner en una condición de aceptación, de entender mejor la humanidad de nuestros semejantes, y de visualizar las cosas en múltiples dimensiones. Las personas sabias no se llevan de sus impulsos, sino que sopesan en todo momento. No niegan sus emociones, sino que las vives, pero la manera de canalizarlas es muy variada, y generalmente no afecta a los demás.

Siempre es fácil adquirir nuevas habilidades, todo depende de la apertura que tengamos para las mismas. Cuando hago mención de esto, me refiero a que convertirse en una persona sabia no es algo complicado, pero conlleva un esfuerzo personal por aprender de cada segundo de vida que estemos respirando. Y no aprender sólo por aprender, sino ir asimilando y encarnando todo lo aprendido. Después de un tiempo de practicar este ejercicio, vemos los procesos de vida de una manera totalmente diferente, y nos comportamos por consiguiente de una manera diferente. Lo más interesante, es que se convierte en parte intrínseca de nuestras habilidades, y no hay siquiera que pensar en el ejercicio, porque ya lo haremos automáticamente.

Mientras menos contacto tengamos con las propuestas ficticias que hemos creado los seres humanos, o si sabemos poner un límite adecuado estas propuestas, más fácil podremos desarrollar la sabiduría. Estas habilidades innatas son bloqueadas, para ser sustituidas por elementos que nos han hecho la vida más cómoda, pero menos esforzada en términos de desarrollo personal. Por eso, es importante aislarnos de manera personal, para reencontrarnos con nuestro ser de manera periódica.

Para ponernos en contacto con nuestra sabiduría interna es bueno activar nuestro cerebro con lectura de personas que han seguido un patrón de sabios. Meditar sobre nuestro diario vivir, y ponernos en contacto con nuestro ser espiritual, para poder recargarnos de esa energía divina que sólo nuestro Dios puede brindarnos. Reflexiónalo, ser sabio e inteligente, es algo que va más allá del conocimiento académico. Ser inteligente y sabio, es mucho mejor que saber mucho de lo que nos han dicho que debemos saber.



re.almanzar@gmail.com

martes, 25 de mayo de 2010

De paseo por las nubes


Para variar, quise hacer este artículo gráfico de mi paseo por las nubes... Espero les guste.

















viernes, 26 de febrero de 2010

La mala práctica de juzgar


No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes. ¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando ahí tienes una viga en el tuyo? Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano. Mt. 7:1-5 (NVI)

Tanta injusticia vivida, hace que la norma sea ser injustos de manera automática, sin que siquiera nos demos cuenta. Quiero hablar algo de eso, desde mi punto de vista muy periférico, y me preguntaba cual de las cosas que he leído me daría la motivación personal para escribir exactamente lo que deseo escribir. La respuesta a mi pregunta está descrita en el primer párrafo, que supongo leyeron si ya van por este punto.

Como dice Fiel a la Vega en una de sus canciones: “Después de tantas versiones, de estas mismas canciones, me cuesta poder aceptar, lo mucho que se ha caminado, sin entender lo cantado, donde se ha explicado, como dejar de gatear. Ay! pobre Dylan, pobre Lenon, pobre Silvio. Pobre Buda, Cristo, Neruda, y los demás. Tanto verso sudado, tanto acorde sangrado, tanta parábola en vano, en esta ciudad”.

Es un sentimiento de impotencia el que se experimenta cuando somos juzgados por otras personas. Sabiendo que somos iguales, pero que muchos se creen con derecho de opinar, hablar, e involucrarse sin permiso en los temas personales de los demás. No sé en que momento han adquirido ese derecho de meterse en vida ajena, de creerse con la autoridad para pensar y decir lo que una persona tiene que hacer con su vida. Al parecer, lo hemos adquirido de manera idiosincrática, ya que la cultura nos provee de autoridad para decirles a las personas qué, cuándo, cómo, y por qué, hacer las cosas.

Es que usted no entiende que el derecho se adquiere cuando a uno le dan permiso de opinar? Deje de estar fastidiando a las personas con sus opiniones irrelevantes y llenas de proyecciones de su propia vida. Es que acaso no le vasta con la miseria emocional que está viviendo, o es precisamente por eso que no puede dejar vivir a las demás personas en paz? Por Dios, revísese antes de estar programándole la vida a la gente, como si fuera un coordinador de vidas, para decir en que fecha, momento, y hora se deben hacer las cosas. Quién lo contrató para esas funciones?

Todos hemos juzgado a los demás en algún momento. Aún así, creo firmemente que las personas que lo acogen como un oficio del día a día, proceden de un contexto en donde le han hecho creer que son la quintaesencia que tienen el derecho ancestral heredado para impartir y repartir justicia a sus congéneres, que de manera indirecta consideran están por debajo de ellos, ya que para juzgar hay que entenderse en una posición vertical.

Vengo de un contexto en donde estar más abajo sería difícil. Creo que eso me ha ayudado a ver a las personas de un modo igualitario. Iguales a mí, con defectos, virtudes. Cometedoras de errores, recapacitantes (no sé si esta palabra existe), con derechos quitados, pero luchando para adquirirlos. En fin, no hay nada que juzgar, porque ya se nos ha juzgado para que no lo hagamos nosotros.

Recuerda que tú no eres superior a nadie, si te lo has creído o te lo han hecho creer, es muy penoso. No hay tiempo para nada, a la vez hay tiempo para todo. El tiempo es sólo una referencia, no un estado de acción. No creas que sabes lo que tienen que hacer los demás, porque eso sólo será al tiempo y ritmo que cada quien quiera y pueda hacer sus cosas. Involúcrate en tu proyecto personal, vívelo, y deja a las personas vivir su propio proyecto, sin que se sientan menos porque tienes tú que venir a decirles como vivirlo. Observa tu vida, notarás cuantas cosas no has conseguido, cuantas has hecho mal, y verás, que no tienes derecho a decirle a nadie lo mal o bien que lo tiene que hacer, porque por tu propia historia de vida no te has ganado ese derecho.