Se estarán preguntando si es una lista de prioridades que voy a hacer. Realmente no es esa la intención, sino que para mí esto es el fundamento para vivir cuentas relacionales claras. Aunque podría ser una lista, obviamente, porque tenemos que tener un orden en nuestras vidas para poder vivir adecuadamente.
Las personas somos parecidas a un banco, lo único que somos entidades no financieras, sino emocionales, donde se pueden realizar todo tipo de transacciones a nivel de nuestra interacción mental con otras personas. O sea que, entre personas se realizan todo tipo de operaciones de tipo emocional (inversiones, negociaciones, ahorros, deudas, pérdidas, etc.).
Comenzamos a depositar y a realizar transacciones en nuestro banco primario: la familia de origen. Ahí se van dando nuestros primeros negocios emocionales, donde papá y mamá nos van enseñando como invertir y como ganar. En este punto la cosa se pone compleja, porque en términos emocionales, muchas veces ganar no es lo mismo que en los términos financieros. Espero recuerden al artículo sobre lealtades invisibles, pues precisamente, muchas veces, por lealtades que tenemos hacia el sistema de códigos de nuestras familias, aunque nos estén saliendo mal las cosas en una relación determinada con una persona “x”, pues para el sistema podría estar representando una ganancia, por el simple hecho de ser parte de un código. Por ejemplo, Si una hija parentalizada no se casa para seguir haciendo de mamá de sus familiares, pues el sistema gana, pero ella pierde en términos personales.
A medida que nos vamos relacionando desde pequeños con papá, mamá, herman@s, y cualquier persona significativa en nuestra familia de origen, se van dado todo tipo de negociaciones emocionales. Vamos introyectando todos esos patrones de vincularnos, y todas esas figuras con las que hacemos dichas transacciones. El tema es que, la mayoría de los temas de peso para nuestra vida mental, pues pasan a ser un “capital activo”, que se mantiene en movimiento, pero no es palpable de manera concreta. Esto se hace de manera automática, como cuando tenemos una tarjeta de débito y ahorramos dinero en esa cuenta, y luego podemos ir a cualquier cajero y retirar el dinero, o comprar en cualquier establecimiento comercial. De igual modo, vamos ahorrando en las cuentas emocionales de los demás, y los demás en las cuentas emocionales de nosotros, y más adelante uno utiliza ese ahorro en cualquier persona y cualquier persona utiliza sus ahorros en nosotros. De las cuentas comerciales somos concientes, de las cuentas emocionales casi nunca.
Por esto es importante que seamos concientes de las cuentas que tenemos con cada persona, para que otras no tengan que pagarlas. Un asunto a tener en cuenta es que, es más fácil cobrar una cuenta emocional a quien no la debe, porque la persona con la que tenemos la cuenta generalmente representa una carga emocional tan intensa que ni siquiera pensamos en tocarla por la ansiedad y el temor que nos genera. Por ejemplo, si somos maltratados por un papá inconciente, cuando crecemos lo más probable es que o nos sobregiremos como padres, o seamos totalmente apáticos con nuestros hijos, pero lo difícil es sentarse con papá a hablar de nuestra cuenta personal.
Esto también pasa con la pareja que elegimos. Si no tenemos nuestras cuentas claras con papá, mamá, y la relación que tenemos con cada uno de ellos, y ellos con cada uno de nosotros, pues nuestra pareja comenzará a ser la pagadora de esas cuentas.
Por eso saldar las deudas relacionales debe ser la prioridad #1. Si no lo hacemos, y generalmente no se hace, estamos haciendo un salto al vacío, creyendo que caeremos en un colchón confortable, cuando realmente estaremos pasando por ramas llenas de espinas, para llegar al final a un suelo duro y lleno de vidrios. Es importante hacer conciencia sobre las cosas que papá y mamá invirtieron para que nosotros tengamos resentimiento hacía ellos, y cuales invirtieron para que los amemos. En esta misma medida nuestras vínculos hacia fuera serán más sanos, provechosos y claros. No explotaremos a nadie por una transacción negativa con nuestros progenitores, pero también nos daremos cuenta cuando nos quieres hacer pagar a nosotros cualquier deuda emocional que no nos corresponde pagar.