lunes, 29 de junio de 2009

Prioridad #1: Saldar las deudas relacionales

Fuente de la imagen: www.sindudasindeudas.org


Se estarán preguntando si es una lista de prioridades que voy a hacer. Realmente no es esa la intención, sino que para mí esto es el fundamento para vivir cuentas relacionales claras. Aunque podría ser una lista, obviamente, porque tenemos que tener un orden en nuestras vidas para poder vivir adecuadamente.

Las personas somos parecidas a un banco, lo único que somos entidades no financieras, sino emocionales, donde se pueden realizar todo tipo de transacciones a nivel de nuestra interacción mental con otras personas. O sea que, entre personas se realizan todo tipo de operaciones de tipo emocional (inversiones, negociaciones, ahorros, deudas, pérdidas, etc.).

Comenzamos a depositar y a realizar transacciones en nuestro banco primario: la familia de origen. Ahí se van dando nuestros primeros negocios emocionales, donde papá y mamá nos van enseñando como invertir y como ganar. En este punto la cosa se pone compleja, porque en términos emocionales, muchas veces ganar no es lo mismo que en los términos financieros. Espero recuerden al artículo sobre lealtades invisibles, pues precisamente, muchas veces, por lealtades que tenemos hacia el sistema de códigos de nuestras familias, aunque nos estén saliendo mal las cosas en una relación determinada con una persona “x”, pues para el sistema podría estar representando una ganancia, por el simple hecho de ser parte de un código. Por ejemplo, Si una hija parentalizada no se casa para seguir haciendo de mamá de sus familiares, pues el sistema gana, pero ella pierde en términos personales.

A medida que nos vamos relacionando desde pequeños con papá, mamá, herman@s, y cualquier persona significativa en nuestra familia de origen, se van dado todo tipo de negociaciones emocionales. Vamos introyectando todos esos patrones de vincularnos, y todas esas figuras con las que hacemos dichas transacciones. El tema es que, la mayoría de los temas de peso para nuestra vida mental, pues pasan a ser un “capital activo”, que se mantiene en movimiento, pero no es palpable de manera concreta. Esto se hace de manera automática, como cuando tenemos una tarjeta de débito y ahorramos dinero en esa cuenta, y luego podemos ir a cualquier cajero y retirar el dinero, o comprar en cualquier establecimiento comercial. De igual modo, vamos ahorrando en las cuentas emocionales de los demás, y los demás en las cuentas emocionales de nosotros, y más adelante uno utiliza ese ahorro en cualquier persona y cualquier persona utiliza sus ahorros en nosotros. De las cuentas comerciales somos concientes, de las cuentas emocionales casi nunca.

Por esto es importante que seamos concientes de las cuentas que tenemos con cada persona, para que otras no tengan que pagarlas. Un asunto a tener en cuenta es que, es más fácil cobrar una cuenta emocional a quien no la debe, porque la persona con la que tenemos la cuenta generalmente representa una carga emocional tan intensa que ni siquiera pensamos en tocarla por la ansiedad y el temor que nos genera. Por ejemplo, si somos maltratados por un papá inconciente, cuando crecemos lo más probable es que o nos sobregiremos como padres, o seamos totalmente apáticos con nuestros hijos, pero lo difícil es sentarse con papá a hablar de nuestra cuenta personal.

Esto también pasa con la pareja que elegimos. Si no tenemos nuestras cuentas claras con papá, mamá, y la relación que tenemos con cada uno de ellos, y ellos con cada uno de nosotros, pues nuestra pareja comenzará a ser la pagadora de esas cuentas.

Por eso saldar las deudas relacionales debe ser la prioridad #1. Si no lo hacemos, y generalmente no se hace, estamos haciendo un salto al vacío, creyendo que caeremos en un colchón confortable, cuando realmente estaremos pasando por ramas llenas de espinas, para llegar al final a un suelo duro y lleno de vidrios. Es importante hacer conciencia sobre las cosas que papá y mamá invirtieron para que nosotros tengamos resentimiento hacía ellos, y cuales invirtieron para que los amemos. En esta misma medida nuestras vínculos hacia fuera serán más sanos, provechosos y claros. No explotaremos a nadie por una transacción negativa con nuestros progenitores, pero también nos daremos cuenta cuando nos quieres hacer pagar a nosotros cualquier deuda emocional que no nos corresponde pagar.

re.almanzar@gmail.com

sábado, 20 de junio de 2009

Cuando el valor no tiene sentido


La “X” es una letra que se utiliza en muchas ocasiones para designar el valor desconocido de algo, o para señalar que es un valor que puede variar en cualquier momento, dependiendo de las circunstancias. Puedo ser otra letra, pero arbitrariamente, como muchas cosas de la vida, se designo la equis como representante de las cosas que no tienen un valor constante.

Desde pequeño vengo escuchando a las personas distinguidas e importantes de la sociedad hablando de la pérdida de valores. Siempre he tenido la curiosidad de saber, a cuales valores se refieren, porque es un retórica discursiva, pero en ningún momento mencionan o abundan sobre el tema específico al cual se están refiriendo. Creo que la frase más repetida cuando pasa algo desagradable en el contexto social es: “Esto se debe a la pérdida de valores”. Cuáles valores? Específicamente a qué se refieren cuando dicen esto? Bueno, ese es uno de los problemas de la retórica, que se habla por hablar, y se repiten disparates que la gente ni siquiera sabe donde tienen su origen.

Pongamos un ejemplo para ilustrar. Muchas personas dicen cuando vienen a terapia de pareja, “no quiero romper mi matrimonio”. Ah, la familia, el matrimonio, que bien más preciado, es un regalo que nos ha dejado la otrora generación de personas moralmente calificadas para formar tan delicado e irreconocible valor. Pero aquí comienza la trampa de la variable matrimonio, que de ahora en adelante le asignaremos una “X”.

Las personas piensan que el matrimonio le traerá felicidad. Esto pasa porque no comprenden que esto es una variable, y no de manera contraria. Esa ingenuidad que se nos vende con la redundante retórica, de que las cosas hay que hacerlas y vivirlas porque si, porque ese es un regalo y traerá maravillas asombrosas y desconocidas para nosotros, es lo que muchas veces hace que pongamos a correr el programa “matrimonio”, creyendo que de por sí trae su valor asignado, y que de ahí en adelante todo será color de rosa. Pero, vemos todo lo contrario, porque el valor asignado es el valor aprendido y no la suma de lo que uno quisiera que fuese.

Hay una parte de la novela La Caverna, de José Saramago, donde Cipriano Algor llega a un lugar y tiene que hacer una fila, y por casualidad le toca el número “13”. Ahí comenzó a correr la retórica en su cabeza derivada de la superstición. Y espero a que llegara otra persona, se movió, y ocupó el lugar catorce, supuestamente para sentirse más tranquilo. Lo que me llamó la atención fue lo que sucedió luego de eso. Comenzó a reflexionar sobre el hecho de que, aunque se moviera de lugar, él seguiría siendo el número trece, porque eso le había tocado.

Igual que Cipriano, hacemos constantes de cosas que son variables. Como creemos que son cosas asignadas para vivirlas de una manera determinada, o que esas constantes le darán valor a mi vida, y no al revés, comienzan a ocurrir una cantidad de disparates en nuestra historia de vida. En el caso del matrimonio, que debería ser un valor adquirido, y no una constante legada, comienzan los conflictos, las peleas, la mala crianza de los hijos, la lucha de poder, etc, etc, etc.

Entonces es una irresponsabilidad querer mantener un valor que en ningún momento le hemos dado un sentido de vitalidad. Un ejemplo clásico cuando le pregunto a la gente “por qué quieren mantener su matrimonio”, atinan a decirme que “en mi familia no ha divorcios” o el caso contrario “no quiero hacer lo mismo que mis padres”. Esto es un claro caso de lo que es mantener una variable como si fuera una constante, y no querer darse cuenta de que el valor matrimonio va a adquirir sentido dependiendo de lo que se haga para que tenga sentido.

Hay que despertar del letargo onírico que propone el automatismo social. Tener conciencia de nuestros valores, entendiendo que pueden y asumirán sentido partiendo de las premisas que nosotros como personas elaboremos para darle sentido a la variable que queramos vivir. Reflexiona tu retórica, y encontrarás mucho tema de análisis para comenzar a despejar las variables que tienes como opciones de vida.

re.almanzar@gmail.com

viernes, 12 de junio de 2009

Para no olvidar

Imagen elaborada por: creativecommons, http://creativecommons.org


Una de las canciones que más me gusta se llama “Para no olvidar”, escrita e interpretada por Andrés Calamaro cuando estaba en el grupo “Los Rodríguez”. La lírica de la canción comienza así: “De un tiempo perdido, a esta parte esta noche ha venido un recuerdo encontrado para quedarse conmigo. De un tiempo lejano, a esta parte ha venido esta noche otro recuerdo prohibido, olvidado en el olvido.

De igual modo vino a mi memoria la inquietud curiosa de como había yo comenzado a interesarme por escribir cosas, sin ser periodista ni nada parecido. Haciendo memoria, comencé a recordar y vinieron muchos recuerdos perdidos, olvidados en el olvido. De la síntesis de esos recuerdos, redacté lo que a continuación quiero plasmar.

Yo pensaba: “¿Será un buen momento para comenzar a escribir?, pero, que importa, total, muchos escriben, y yo soy uno de esos muchos”. No sé que tiempo hace me surgió la inquietud de redactar todas esas cosas que me pasan por la mente sobre las relaciones humanas, de todo tipo. Quizás, en este momento, el motivo principal son las relaciones de pareja, que van y vienen y siempre terminan como la tan repetida e histórica sistematización de la vida de los seres vivos que nos dan las ciencias naturales: nacen, crecen, se reproducen y mueren.

A veces he llegado al punto de que necesito otra voz que me acompañe en mis momentos de no salida, de tranque emocional. Para mi un tranque emocional es cuando ya he agotado todos los recursos, al menos concientes, para buscar una o varias soluciones a situaciones conflictivas que estén pasando en mi vida en un contexto determinado. Y me ha dado resultado, al menos de manera momentánea o por varios meses. La cuestión es, que los conflictos siguen surgiendo, aunque con objetos y/o sujetos y contextos diferentes.

Es como un día de veinticuatro horas prolongado por no sé cuanto tiempo. Donde todo tiene un comienzo claro y energético, y un continuo esfuerzo por preservar lo lindo y vital del amanecer, pero que termina poniéndose oscuro y agotador como la noche. Algo así como un bostezo después de la cena.

Somos escogidos como objetos para jugar el papel de otra persona, en el drama de otras y otros, para ser castigados o beneficiados por las cuentas no saldadas por otras personas. Somos víctimas en algunos contextos, y victimarios en otros. El dolor siempre estará, porque lo reservaron para nosotros, y es la pena universal de la humanidad. Es la condena inevitable de sufrir aun cuando la meta sea no hacerlo. Es que una y otra vez somos presa de la trampa de otras personas, y a la vez hacedores de trampas para otras personas.

En fin, la tierra seguirá dando vueltas, como parte de un todo, hasta que se sepa su destino. Por el momento, sólo nos queda seguir respirando y acuñando esquemas aprendidos y/o pretender originalidad. De todas formas, trata de vivir de manera justa y entusiasta, al menos eso te entretendrá hasta el día final.

re.almanzar@gmail.com


viernes, 5 de junio de 2009

¿Es tu relación un agujero negro?

Fuente de la imagen: NASA by Space Telescope Science Institute 
and for ESA by the Hubble European Space Agency Information Centre under Contract

Se supone que una Relación de Pareja (RP) es un contexto relacional donde ambas partes se nutren de manera adecuada. Entendiendo la nutrición en términos emocionales, existenciales, vivenciales, etc. En una RP hay tres áreas a desarrollar de manera generalizada: 1) La relación de pareja en si, donde ambas partes que la componen son responsables de la misma. 2) La relación parental de los progenitores con sus hijos. 3) La relación personal que debe tener cada persona de la relación consigo misma.

Cuando se le dedica tiempo y atención a cada una de estas áreas, la RP tiene mucho más probabilidad de triunfar. Estos temas los elaboraré de manera más amplia en otro artículo, pero en este momento quiero enfocarme en aquellas relaciones donde el 100% del tiempo y el espacio es dedicado a la relación existente entre los miembros de la RP.

Este tipo de relaciones son absorbentes y empalagosas. No hay tiempo ni espacio para más nada que no sea el vínculo que hay entre las dos personas. Es una RP a tiempo completo, veinticuatro horas al día y siete días a la semana. El mundo no cuenta, y en el peor de los casos está contra ellos. Son relaciones que consumen a las personas a su mínima expresión sin que ambas se den cuenta en el proceso.

Estas relaciones son semejantes a un agujero negro (AN), y por eso hago la similitud. Para entender la analogía, pondré una definición científica de lo que es un AN: un agujero negro u hoyo negro es una región del espacio-tiempo provocada por una gran concentración de masa en su interior, con enorme aumento de la densidad, lo que provoca un campo gravitatorio tal, que ninguna partícula material, ni siquiera los fotones de luz, puede escapar de dicha región.

Creo que si entendieron la definición de hoyo negro, comprenderán la analogía que planteo. Imagínense ustedes un contexto del espacio-tiempo donde ni siquiera la luz, con todo y su velocidad, puede escapar. Así mismo funcionan las relaciones absorbentes y a tiempo completo.

En esta relación no se crece, ni hay desarrollo. La relación muere en si misma, y se consume por su propio peso. En casos crónicos, este tipo de RP puede convertirse en un contexto psicotizante, y en el caso contrario, puede estar formada por personas que se psicotizan encajando de manera enfermiza en el vínculo relacional.

Así mismo como el espacio está minado de agujeros negros, también el mundo de los humanos está repleto de relaciones que funcionan de esta manera. Ni siquiera la luz que pueda brillar en una persona escapa a la fuerza absorbente de una relación semejante al alquitrán.

De igual modo, cuando tienen hijos, le ponen unos límites rígidos hacia el exterior. Son niños que crecen en una familia que no permite la contaminación de su espacio con ninguna atmósfera ajena a la de la familia. Y todo ser humano que acepte y acate la manera de funcionar de estas personas, pues simplemente será también absorbida por el agujero negro relacional. Son relaciones donde los miembros son egoístas con el mundo, malagradecidos, antisociales, y que por consecuencia terminan en una especie de submundo creado por ellos mismos.

Cuando una relación inicia, pues este tipo agujero negro relacional, puede entenderse como algo normal. Por entender que, en principio la gente tiene toda la emoción de estar comenzando algo nuevo en su vida, pero si después de pasado un tiempo, esta emoción se vuelve crónica, el agujero se va incrementando y comienza a alimentarse de las emociones y la sanidad de las partes que conforman la relación.

Dejo el tema abierto para que cada quien se evalúe, y pueden buscar información acerca de los agujeros negros. A mi, de manera muy particular, me apasiona el tema del universo y sus agujeros negros, y por eso fue que de manera espontánea me vino la similitud a mi cabecita, por si alguien se está preguntando que como es que yo hago ese tipo de analogías aberrantes.

re.almanzar@gmail.com