Hola Alicia, cómo estás?? Hola, muy bien, y tú quien eres? Cómo es que me conoces? Pues mi nombre es Ramón, y como no voy a conocerte, si eres un personaje famoso. Eres Alicia, la famosa niña del cuento del país de las maravillas. Cuento?? Cuál cuento?? Pues el cuento que todos conocemos, y al cual tu perteneces. Bueno, Ramón me dijiste que te llamas?? Si, Ramón. Mira Ramón, yo no pertenezco a ningún cuento, y soy dominicana, lo único en lo que no te equivocaste es que sí vivo en el país de las maravillas, el que parece que no se ha dado cuenta eres tú…
Este es el preámbulo de una conversación que tuve con Alicia, si, la misma del cuento, que luego me aclaró que no es cuento, y más aún, somos del mismo país. Oh Dios, pero y que es esto… al principio estuve muy confundido, pero luego terminé entendiendo todo el rollo.
…y, cómo es entonces que se escribió un cuento acerca de ti en un país de maravillas, si tú me estás diciendo que eres dominicana. Bueno, lo que pasa es que en algún momento hablé con alguien sobre la realidad de nuestro país, y esa persona tomó la idea y realizó ese maravilloso cuento del que hablas, y del que yo también conozco y me río mucho cuando lo leo. Ese escritor tuvo la genialidad, de traducir toda nuestra cotidianidad en una trama que sólo yo sabía a lo que se refería, pero que hoy tú también te estás enterando al hablar conmigo. Entonces, por favor, dime que fue todo lo que hablaste con ese escritor. Básicamente lo que le comenté, es lo mismo que sabemos todos los que habitamos aquí. Toma nota:
Le dije que, aquí los semáforos son adornos de navidad que los utilizamos todo el año para adornar las calles con luces parpadeantes amarillas, rojas y verdes, y que algunas personas piensan que son para controlar el tránsito. Que en las calles, a veces, hay unas líneas blancas y amarillas, que le dan una rica vistosidad para que uno se entretenga mientras está manejando, pero que algunos ingenuos piensan que es para señalizar la manera en que se debe transitar. Que algunas personas que no están bien de la cabeza, a veces pisan las rayas que según ellos son para peatones, pero que es parte de la belleza artística y decorativa de las avenidas más importantes. También le comenté, que gracias a unas regulaciones bien elaboradas, los taxistas y deliveris de los colmados, tienen una licencia única para llegar a su destino a como de lugar, y que todos debemos entender eso, pero hay algunas personas que son rígidas y se incomodan por estas cosas. Por otro lado, le comenté que aquí decir no es decir si, y decir si es decir no, pero que todos entendemos cuando es no y cuando es si, y siempre con derecho a reclamación, ¿no es esto maravilloso?, definitivamente que sí. Y que si lo haces bien, estarás muy mal, y si lo haces mal, tendrás todo el derecho de decirle al que lo hace bien que está muy mal. Que de vez en cuando, asfaltamos bien los hoyos de las calles, pero que en la mayoría de los casos los dejamos abiertos, porque así le hacemos la vida más divertida a los que conducen, ya que sería muy aburrido transitar de una manera estable hasta donde vayas. Y le explicaba de los límites que no existen en nuestro país, que todo es posible, y que a nadie le importa, waoooo, que chulería, pero que algunas personas que por todo pelean se encuentran eso mal, y que yo creo que se van a morir de un infarto. Que el reloj nuestro sólo tiene tres horas, “mañana, tarde, y noche”… a esto el escritor lució asombrado y me pidió que le explicara, y le dije que cuando vamos a hacer una cita con alguien nos preguntan “a qué hora nos juntamos” y nosotros de manera simple podemos responder “en la tarde”.
Si has leído bien el cuento, hay un evento que encanta y fascina, que es la celebración del “No cumpleaños”. Para que el escritor entendiera esta parte, le di un paseo por todos los colmadones y bares que de lunes a lunes están celebrando lo que sea que haya que celebrar. Algo muy importante, y que no se podía quedar es el tema de que aquí todo es posible, y que sólo hay que buscar la manera. Ah, y que aquí fue que nació Dios, pero él nunca lo supo. Que no hay que estudiar para ser millonario, y que para coger mucha lucha y no conseguir nada en la vida uno tenía que matarse estudiando, y hacer varias maestrías. Y algo muy, pero muy importante es, que cualquiera puede dirigir el destino del país, y eso a nadie le importa… y todos somos felices y simplemente vivimos celebrando el “No cumpleaños”. Que nuestras energías la conseguimos con el alcohol, la nicotina, y otras sustancias altamente nutritivas, y que el tema de salud lo resolvemos fácil, porque todos sabemos indicarle una receta a cualquier persona que nos diga que tiene un problema de salud.
Y ya Ramón, no recuerdo muchas otras cosas que sé le dije al escritor, pero más o menos sabes de donde fue que él se nutrió para escribir el cuento. A propósito, leí tu publicación anterior “las proyecciones de nuestra mente”, y observé algo ahí que me hace pensar que tu también hablaste con el escritor, y que tú si sabías que yo era dominicana. Eso también lo comenté con él, ahora que lo recuerdo. Le dije que en nuestro país puedes hacer lo que quieras, y no habrá problemas, ya que tenemos una frase que es inmortal, y que ha sobrepasado las honorables notas de nuestro himno nacional, y es que “YO NO FUI”. Son palabras mágicas que frizan, como la chicharra paralizadora del Chapulín Colorado, a cualquiera que nos acuse sin sentido.
Definitivamente, Alicia, que eres dominicana. Pues ya lo sabes Ramoncito, así que, cuando vuelvas a leer Alicia en el país de las maravillas, ya sabes que realmente es “Alicia en República Dominicana”.