viernes, 31 de julio de 2009

La incógnita en nuestras vidas


Qué hacemos cuando nos falta alguien que sabemos que está, pero nunca estuvo. Es una pregunta que podría tener una respuesta no muy alentadora, porque que podemos hacer con lo etéreo, con lo no palpable, con algo que sólo ocupa un lugar en nuestra mente por el conocimiento y la conciencia de ese alguien, mas no podemos tener una vivencia real y satisfactoria, sino un signo de interrogación que nos persigue todos los días de nuestras vidas.

Algunas personas dicen que la falta de un ser significativo no les ha hecho daño, y en cierto modo puede ser cierto, dada la capacidad que tienen de caminar en la vida sin darle espacio a las cosas que no están, o de superar etapas y situaciones que pueden afectar de manera más fácil a la mayoría.

Cuando por ejemplo, sabemos que tenemos una mamá, pero nunca hemos podido estar con ella. En estos casos, uno siente como un vacío en el andar de la vida, como si algo nos faltara, pero no sabemos que, porque es tener algo que no se tiene, sabiendo que si está, pero no está. Lo que puede verse convertido en una manera de comportarnos muy particular ante las personas con las que nos relacionamos.

Por eso, cuando hay incógnitas en nuestras vidas, tenemos que preguntarnos cómo nos estamos relacionando con los demás. A quien estoy eligiendo para darle respuesta a dicha incógnita. Y esto puede vivirse de una manera positiva o de una manera negativa.

Si se vive la incógnita de una manera positiva, pues siempre estaremos concientes de lo bueno que pudo ser tener a nuestro lado a esa persona que no tenemos, y al mismo tiempo poder crear vínculos sanos con otras personas. Por el contrario, si lo vivimos de una manera negativa, siempre estaremos buscando en otras personas a la persona que nunca estuvo a nuestro lado, y sin darnos cuenta comenzar a exigir sobremanera las cosas que entendemos nos hacen falta de nuestra incógnita.

Hay algunas personas que tienen sus incógnitas por omisión y otras por supresión. En el primero de los casos, ese ser significativo nunca estuvo con nosotros, pero tenemos el anhelo de haberlo tenido. Probablemente en este caso no sea muy impactante el hecho de no tener a ese alguien. En el segundo de los casos, es un poquito más complicado, porque tuvimos una parte de nuestra vida, probablemente la niñez temprana con esta persona, pero por causas de la vida se fue de nuestro lado, y nos quedamos con ese vacío que se va trasformando en interrogante cada vez que pasa el tiempo.

No darle importancia a nuestras incógnitas nos aleja del crecimiento personal, y nos priva de alcanzar cierto grado de madurez. A veces queremos hacernos los fuertes para no enfrentar la realidad de las cosas que nos duelen, y caminamos por la vida destrozando emocionalmente a todo cuanto se nos cruza por nuestro paso, haciendo daño a otras personas emocionalmente. Rara vez nos damos cuenta de esta manera de proceder, pero un buen indicador es la observación que podamos hacer de las relaciones que tenemos y hemos tenido, para ver que dicen las personas de nosotros.

Siempre es un buen momento para resolver nuestras interrogantes de vida. Sin importar la edad que podamos tener, siempre habrá tiempo para hacer las paces con nuestra realidad, porque es única y no podemos negarla, por más esfuerzo que hagamos. Entonces, por qué cargar a cuesta incógnitas que simplemente nos dañan nuestra vida de una manera inmisericorde. Démosle respuestas, aclaremos, y vivamos en paz con nosotros mismos, sin amargarles la vida a los demás por nuestros signos de interrogación mentales.

re.almanzar@gmail.com


miércoles, 22 de julio de 2009

Todo germina en el trópico

Por Tito Auger, Puerto Rico.

En nuestro curioso país, altamente surreal a cualquier hora del día o de la noche, las infecciones de opiniones con o sin fundamento son una epidemia que corre en nuestra sangre como una mancha de plátano genética. A pesar de la cantidad de versiones, revisiones y vueltas que las opiniones pueden llegar a tener , éstas encuentran un denominador común en la población, ya que tendemos a opinar como si tuviéramos autoridad divina para declarar nuestras verdades de forma absoluta, vociferando, gesticulando, frunciendo el ceño y catalogando de forma especial a todo aquel que no comparta nuestra opinión. Claro, como buen producto del surrealismo tropical, todo esto corre en mi sangre también, y tengo a veces que respirar hondo un par de veces antes de convertirme en un digno representante puertorriqueño de la intolerancia. Escuchando esa amalgama de opiniones editoriales en la calle, a veces se topa uno con unos extraordinarios pasos de comedia o en otros casos con sendos atropellos a la lógica, que a veces sugieren que las verdades sólo le sirven a la gente cuando le convienen y que siempre hay un bochornoso loco en la calle tratando de probar que dos más dos no son cuatro.

Escucho hablar de la corrupción, de las drogas, de la violencia, de la falta de educación, de la criminalidad y otros temas sabrosos para los medios masivos, que no tienen descanso y que seguramente venden más por el "melodrama", esa artesanía altamente estimada en nuestro país y que encuentra su máxima expresión en la novela televisiva, diosa de la fantasía y patrona de las inquietudes "amacaseras". Entonces todos levantamos la voz y apuntamos con el dedo a los responsables de los sinsabores sociales, la Policía, la Gobernadora, las escuelas, el gobierno federal, los empresarios sin escrúpulos, el vecino, Septiembre 11, el fenómeno de "el Niño"... Y yo, epítome de todo buen puertorriqueño, no me quiero quedar atrás, y cónsono con mi cultura y mi sangre voy desde mi aposento en el valle del Turabo a apuntar mi dedo hacia los responsables de todos nuestros sinsabores socioeconómicos post-modernos: nosotros mismos.

Reyes de la comodidad y el mantengo, auspiciadores honorarios de la jaibería y de la listeria, del crédito fácil y del fronte aprendido, defensores enérgicos de ideales que ni siquiera podemos definir, soldados del protagonismo, enciclopedias de farándula, parásitos del rumor de la calle, o sea, el chisme, representantes máximos del "y yo, qué?", porque el "nosotros" es todavía... ¿quiénes? Levanto mi dedo y me señalo y te señalo como responsables de todo lo bueno y lo malo que nos ocurre. Les pregunto si no se han dado cuenta que nuestro pueblo vive en un 60% bajo algún tipo de mantengo o subsidio. La tasa de natalidad y las madres solteras ya son parte de una subcultura, como lo es también el desertor escolar, el marido violento. Somos la adolescencia extendida encerrada en su territorio natal, somos la promesa mágica de un aire acondicionado, del cable TV, del tener más beneficios con menos trabajo. Eso suena bien. Eso es un paraíso. Es lo que todo buen boricua necesita, un sistema diseñado para hacernos la vida fácil y no tener que pensar mucho. Y como llevamos ya tres o cuatro generaciones sembrando estas semillas, pues la gansería ya corre a cántaros por nuestra sangre, la listería es nuestro credo, la fiesta es 24 horas y 7 días, y el cerco de la individualidad y el egoísmo es como un programa de fomento económico. Las lecciones de vida nos caen por chorros, cuando el Capitolio se desangra cada vez que se apuñalan la espalda mutuamente estos hijos del "racket" colonial, doctores de la hipocrecía, representantes exclusivos del tercer mundismo disfrazados con escoltas y teléfono celular. Si no tenemos responsabilidad legal REAL sobre nuestro futuro y destino, pues... a quién le importa algo.

Que lluevan los verdes... aquí nos matamos los unos a los otros por cogerlos, aunque no hayamos trabajado por ellos. Pobrecito Muñoz... mira en lo que terminó todo en la cultura del velagüira. Abundancia sin responsabilidad. Un pueblo que pasó de gatear a volar, sin haber aprendido primero a caminar. Brillante. Y ahora qué hacemos con las lagunas históricas, con las etapas saltadas... cómo pensaban que íbamos a salir saludables de un proceso tan rápido, tan brutal, ¿tan fuera de nuestro control? Este sistema que nos cría está de arriba hacia abajo repleto de hombres y mujeres que no están dispuestos a hacer nada por las cosas que critican ni por lo que es peor, por las cosas que se suponen que amen. Esto es lo que producimos. Gracias a Dios que tenemos tantos shopping malls como escuelas, porque ¿se imaginarían ustedes qué sería de esos muchachos?... ¿desubicados?... que va... Mire, opine y opine duro... pero aguante opiniones también, y hoy mi opinión está clara y consisa; somos un pueblo joven, con mucho que aprender, aunque ahora mismo tan absurdo que puede llegar a ser hasta gracioso, por eso, con la pena que tengo, déjeme reír, pues hay un pueblo disparándose sus propios pies y culpando a un francotirador invisible por todo este reguero donde sus hijos resbalan, dándose bien duro en la cabeza. Y aunque no lo crea, usted es parte de la solución o parte del problema , pues cada palabra o acto suyo tiene consecuencias individuales y COLECTIVAS, cada acción suya deja algún tipo de semilla, todo tiene su efecto. Sólo le pido que recuerde que se cosecha exclusivamente lo que se siembra, y que sea yerbabuena o yerba mala, todo germina en el trópico... ahh.... y algo más... no le eche la culpa a nadie más por eso.

http://www.fielalavega.com/opinion.shtml

miércoles, 15 de julio de 2009

La tolerancia es un “No” postergado

"tiempo de intolerancia", oleo de Susana Bonnet, Argentina.

Escuchando a alguien hablar en días pasados sobre el tema de que hay que tolerar, recordé que hace ya un tiempo me vino a la mente la frase que he puesto por título al escrito de hoy. No vayan a creer que por siempre estar recordando cosas es que soy viejo, para nada, pero mi posición en la familia de origen de la que vengo me puso a funcionar de una manera un tanto reflexiva desde pequeño.

Pues bien, tolerar se ve como una de las bondades y buenas cualidades que puede tener una persona en su repertorio de características. En cierto modo, podríamos pensar que es bueno tolerar, y si lo entendemos desde el punto de una de sus acepciones, quizás sería cierto, ya que se puede entender como sinónimo de respetar el punto de vista de los demás. Sin embargo, de la manera que se utiliza el término generalmente, es dando la denotación de resistir, aguantar, tener paciencia con algo.

Entendiendo la tolerancia como una forma de aguantar y resistir una situación o a una persona determinada, podemos entender mejor lo que digo de que esto es un “no” postergado. O sea, tolerar no es aceptar, ni respetar (aunque el diccionario lo ponga como una acepción), sino que es “soportar hasta”, hasta cuando? Pues no se sabe. Y aquí radica el peligro de la tolerancia.

Por eso nunca utilizo esta palabra como recurso cuando quiero resolver algún conflicto. Y cuando alguien menciona la tolerancia como parte de las cosas que está cultivando dentro de una relación, pues hago un paréntesis y le aclaro el problema que puede derivar de tolerar situaciones. Lo de “postergada” precisamente viene al traste, con que en cualquier momento ese aguante estallará y la posición será la misma que cuando comenzamos a tolerar ese algo.

Por otro lado, podríamos ser tolerantes por un espacio de tiempo determinado, siempre y cuando sea parte de bajar el perfil para ir resolviendo la situación. Desde este punto de vista, podría ser positivo, pero lamentablemente las palabras tienen una carga que activa los esquemas mentales, y por eso no me gusta utilizarla.

Entonces, es mejor que podamos hablar de respetar en su significado literal. El respeto nos lleva a la aceptación, caminando por una vía de conocimiento y asertividad para con las personas. Nos ayuda a externar nuestro punto de vista, en vez de aguantarlo. Y en ese proceso le damos la oportunidad a los demás de que puedan observar las cosas que uno pueda sugerirles dentro de una comunicación abierta y sin maquillajes. Porque de otra forma, o sea, tolerando, simplemente vamos fabricando una bomba de tiempo que explotará en un momento de tensión.

Comenzar a tolerar algo es activar la bomba que va a estallar en cualquier momento. Lo difícil es que no somos muchas veces concientes del momento en que ocurrirá esto, por lo cual estamos en desventaja ante cualquier situación que se pueda presentar, ya que las emociones aguantadas generalmente no salen de una forma muy bonita.

Ser tolerantes incluso puede rayas en la más baja de las hipocresías, por el simple hecho de que estoy demostrando algo que realmente no estoy sintiendo hacia la otra persona. Pongamos la tolerancia en el balde de cosas por tirar a la basura. Asumamos una posición de resolución, respeto, asertividad y aceptación. Entendiendo que, la idea no es aguantar a nadie, sino entendernos y poder buscar formas y maneras de poder llevarnos lo mejor posible, siempre manteniendo la claridad y la honestidad l@s un@s con los otr@s.

re.almanzar@gmail.com

miércoles, 8 de julio de 2009

Cuando estoy enfermo


Que difícil es estar enfermo y querer escribir algo para el blog. Pues si, tengo una gripe que me está matando desde hace ya varios días. Una sensación de que se me quiere reventar la cabeza, incluyendo que tengo los oídos tapados, y eso de estar sordo escuchando sonidos distorsionados, pues es una sensación bastante desagradable.

Dentro de este malestar me he estado preguntado que escribiré para el blog. Es como si sintiera una responsabilidad por poder publicar algo a lo cual ya me he habituado, y suponiendo que las personas que leen los artículos semanalmente pues están esperando a que los publique. Las ideas no fluyen cuando estoy enfermo, pues mis pensamientos se ven afectados directamente por el malestar. Me he dado cuenta de algo, tuve un día que estaba viendo una paciente, y las ideas para varios temas vagaron por mi cabeza, pero definitivamente las molestias del virus se impusieron y todo quedó en nada.

Hoy decidí que no iba a seguir luchando contra los síntomas para poder escribir algún tema de interés en el blog. Simplemente estoy escribiendo sobre lo que supongo debe ser más fácil para una persona, aunque mucha gente dice que no. He decidido escribir para y sobre mi en este momento, y compartirlo con ustedes, por si a caso les pueda interesar.

La reflexión es por qué tanto afán por hacer las cosas. Es importante que me de mi tiempo cuando lo necesito, y si no me siento en la (wao, en este momento mi cuerpo se resiste a seguir escribiendo) condición de escribir por razones de salud, por qué lo tengo que hacer. Es como querer ser responsable cuando no estoy siendo responsable con mi salud.

Espero estar sano para la semana próxima, y que las ideas vuelvan a fluir y pueda ya comenzar a escribir de nuevo cosas que puedan ser de interés para la mayoría. Aunque no sé realmente que es, pero la mayoría de la gente que lee el blog dice estar entusiasmado con los escritos, y unas otras tantas les gusta cuando escribo de manera natural sobre las cosas que me acontecen. Bueno, hay de todo para todos, y esa es la riqueza de la naturaleza humana.

Ah, se me olvidaba decirles que, no estoy interno ni nada por el estilo, sino que he tenido que trabajar todos estos días con todo y mi malestar. Ya se pueden imaginar... Bueno, espero estar mejor para la próxima semana. Se me cuidan!!!

re.almanzar@gmail.com