miércoles, 25 de marzo de 2009

“Tu y Yo” no es lo mismo que “Nosotros”


Definitivamente el maestro Joaquín Sabina no se equivoca cuando dice en una de sus canciones que “2 no es igual que 1+1”. Y en otras palabras, pero con el mismo significado, la Psicología de la escuela Gestalt dice que “El todo es mayor que la suma de sus partes”. Yo, últimamente, pero supongo que proyectando a Sabina y a la Gestalt, he utilizado mucho en terapia la frase “Tu y Yo, no es lo mismo que “nosotros”.

Hago esta introducción tan redundante y retórica, para hablar sobre un tema que para muchos es el arroz nuestro de cada día: las relaciones de pareja. Historia de la humanidad versada entorno a la sociedad voluntaria formada por dos personas que se gustan físicamente, y luego dicen amarse. Algo que, desde mi punto de vista, comienza como debería continuar, y continúa como debería comenzar. Entiendo muy particularmente, que las personas primero deben conocerse y después decidir amarse, no al revés.

Sería interesante que las personas, que están viviendo una relación de pareja y/o las que estén por formar una, se regalen un momento para reflexionar sobre el significado de relacionarse con otro/a para compartir un proyecto en común.

Generalmente, a la gente le va mal en sus relaciones de pareja porque viven reciclando formas de relacionarse aprendidas en su contexto familiar. Y si hacemos una revisión rápida de cómo le ha ido a nuestros abuelos, tíos, padres, vecinos, etc., nos daremos cuenta que sólo pocos han podido perdurar en una relación de manera eficaz y satisfactoria. Esto nos pone un tema de análisis en el tapete, pero mágicamente, seguimos haciendo lo mismo que los demás han hecho para fracasar, o sea, optamos por repetir dinámicas estúpidas de relacionarnos.

1+1, significa vivir algo de dos, pero desde el criterio personal de cada uno. Por eso es que en la consulta psicoterapéutica la gente va a externar sus puntos de vista y las cosas que le molestan del otro, en ningún momento se plantean la posibilidad de tener un punto de vista unificado, para crear una entidad que debería tener vida propia, llamada “Relación de pareja”.

Para evaluar si tu relación anda en buenos términos, observa con que frecuencia dicen tú y tu pareja la palabra “nosotros”, en vez de las palabras “tu y yo”. En el caso de que sea la primera opción, te dará un indicador de que al menos las cosas se viven en conjunto, pero si es la segunda, es porque están juntos pero separados.

En términos sistemáticos y a modo de construcción personal (me excusan si estoy copiando a alguien que ya lo dijo, pero no es intencional, es por desconocimiento) una relación de pareja es “Una sociedad de dos personas, formada de manera voluntaria y que se rige en base a acuerdos”. Y esta sociedad es un techo que se sostiene sobre dos columnas fundamentales: La confianza y el compromiso.

Toda buena relación, antes de ser formada, debe entender esto y hacer acuerdos en conjunto para unificar los proyectos personales, en uno solo que al mismo tiempo permita que permanezca la individualidad de cada una de las personas. En otros términos, y basado en la teoría de los conjuntos que me dieron en la primaria, cuando se forma una relación de pareja se conjugan el conjunto “Persona” con el conjunto “Persona”, y cada conjunto persona trae consigo muchísimas características, tanto personales como familiares, y forman entonces un tercer conjunto llamado “Relación de pareja”. De esto se deriva, en conclusión, tres conjuntos: “Tu, yo, y nosotros”.

Si “yo” aporta el 50% y “tu” aporta el 50%, tendremos un “nosotros” mucho más fortificado y completo; un todo llamado pareja=nosotros=100%. Y ese “nosotros” es una entidad que debe tener vida propia, que no se puede vivir bajo el 50% separado de cada una de las partes, sino sobre el criterio “único” del todo=nosotros, que consecuentemente camina con un 100%. Entendiendo, bajo este mismo tenor, que para que cada conjunto pueda aportar algo significativo, lo primero es conocerse como conjunto único (fortalezas y debilidades), para poder aportar de manera adecuada la parte que hará que el conjunto “pareja” se desarrolle en todo su esplendor.

Si has llegado hasta este punto, es porque no te han aburrido mis teorías, y estarás haciendo una reflexión de tu vida de pareja o de la relación que vas a formar. Y, no es por darle bombo a mi profesión, pero, si de verdad quieres hacer un proyecto de pareja que valga la pena, visita a un terapeuta, será el mejor regalo que le des a la familia que piensas formar, o a la que ya has formado.

jueves, 19 de marzo de 2009

El arte de la guerra

El arte de la guerra escrito en bambú, colección de la Universidad de California.

Quiero compartir en esta ocasión, algunas reflexiones sobre uno de los libros más fascinantes de la historia, "El arte de la Guerra". Escrito por Sun Tzu, hace unos 2,300 años, en la antigua China. De las diferentes versiones que he tenido la oportunidad de leer, hay una en particular que me gusta mucho, y es la que elaboró el grupo Denma. Como todas las cosas de la vida, siempre hay conceptos con los que uno no está de acuerdo, pero no por eso dejan de ser interesantes, asi que, aqui les va lo que más o menos pude recopilar del material citado:


Si adoptamos la posición correcta, podremos ver hasta muy lejos, por muy limitada que sea nuestra propia persona.

Si aprovechamos ciertas características del entorno, nuestro poder se incrementa considerablemente, por eso no debemos limitarnos a valorar el objeto en cuestión, sino a ver como interactúa con otros objetos y con otras situaciones, conocer sus relaciones.

Este mundo es un flujo. Lo que hoy no se encuentra definido, bien puede estarlo mañana.

Si se encuentra adecuadamente situado, incluso el más pequeño de los objetos puede conseguir algo notable.

El mayor impedimento para poder crecer es la fijación. En lugar de ser como el agua, somos nuestro propio enemigo, impidiendo su flujo.

Algunas cualidades, en circunstancias adecuadas, pueden convertirse en virtudes. Sin embargo, llevadas al límite, pueden hacerse autodestructivas.

No necesitamos preocuparnos por las razones que pueda tener nuestro egoísmo para distorsionar nuestro juicio. Si vemos que no podremos ganar, no debemos luchar, aun cuando nos manden a hacerlo.

El placer de un acercamiento contemplativo radica no en la lectura, ni en el recuerdo, sino en ver el potencial de lo que va surgiendo en el momento.

La primera cuestión no es lo que vamos a hacer, sino como “ser”. El simple hecho de ser uno mismo proporciona un poder perdido a menudo en el fárrago de tratar de ser otro.

Aunque nos encontremos en medio de la confusión, debemos darnos cuenta del orden particular del caos.

Aunque el caos constituye por lo general una época de dificultades e incomodidades, también es dinámico, un momento de gran apertura y creatividad.

Más que ceder al impulso de controlar el caos cuando este surge, el sabio descansa en el caos y permite a este que se resuelva a sí mismo.
Si se está preparado y se espera lo no preparado, se consigue la victoria.

El permitir que una situación caótica se desarrolle exige valor, pues a menudo significa que a corto plazo las cosas empeorarán en lugar de mejorar.

El lograr una solución fundamental y a largo plazo es más importante que resolver la incomodidad y la irritación del momento. De modo que al tolerar que la situación se desarrolle con paciencia se encuentra el momento adecuado para poder hacer el impacto crítico.

El sabio observa, en primer lugar, el mayor punto de referencia. Suspendiendo de momento su punto de vista habitual, observa el espacio que rodea las cosas.

Generalmente, un problema surge cuando uno mantiene un punto de vista que se ha hecho demasiado pequeño e inflexible. El enfrentarse al problema tal como esta se presenta sirve a menudo para reforzar la postura que, en un principio, lo originó.

La preparación no debe estar enfocada en la acumulación de fuerza, sino más bien en tomar una posición que se encuentre fuera del alcance del ataque, preparando una perspectiva para un terreno de la no derrota.

El sabio responde a la agresión creando un espacio que refleja la situación y que, paradójicamente, la pone más bajo su control. Es como controlar un toro dándole mucho terreno para pastar.

La fuerza no es algo estático. Se encuentra abierta y sensible al espacio siempre cambiante, de forma que está renovada y a tiempo en todo momento.

El poder se consigue, cuando no se cambia la naturaleza de las cosas, sino las circunstancias.

Ganar la totalidad significa conquistar al contrario de un modo que este se mantenga lo más intacto posible, es decir, conservando todos los recursos propios y los del contrario a salvo. La destrucción nada deja, y sus secuelas requerirán una costosa energía que habrá que restar de la notable victoria.

El hábil origina lo extraordinario. Tan infinito como el cielo y tan inagotable como el océano. Piensa siempre de modo más profundo, más allá de lo que el contrario pueda concebir.

La victoria es algo que se está produciendo continuamente, es una forma de ser más que una meta final. Implica el abrazar todos los aspectos del mundo. El pretender rechazar algunas de sus partes perpetúa la lucha, tanto en uno mismo como en el resto del mundo.
Sun Tzu, "The art of war", The Denma Translation Group, Ed. Edaf. Madrid. 2004

jueves, 12 de marzo de 2009

Las personas no son sus situaciones


Cuando alguien tiene una dificultad o un conflicto con algunas de las áreas de su vida, generalmente se enfoca en la situación, entendiendo que resolviendo esa situación ya nunca le volverá a pasar. Por un lado, podría ser que no suceda más, o se puede volver a repetir tal cual, o en última instancia podría repetirse, pero de manera transformada.

Enfoquémonos en la última de las opciones. Como muchos sabemos, porque lo aprendimos en la secundaria, la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. De igual modo, lo que nos mueve a hacer algo o a comportarnos de una manera particular, es precisamente una energía motivacional que muchas veces viene de un lugar desconocido, entendiendo que la mayoría de nosotros no sabemos por qué nos comportamos de una forma o de otra cuando se nos presenta una situación.

Esta historia se repite mucho en la consulta terapéutica, cuando las personas van por primera vez, que a manera de desahogo o entendiendo que el terapeuta le va a aconsejar para que resuelva sus situaciones, se pasan todo el tiempo contando historias y diciendo lo que le pasó y lo que no le pasó. En principio, es importante, porque es la única manera de poder conocer un caso a profundidad, pero si se quedan frisados ahí, esperando una solución estructural, pues el proceso se puede caer.

En qué nos tenemos que enfocar entonces? pues, precisamente en conocer cuales son las motivaciones que nos mueven a actuar o a tener ciertas actitudes en nuestra vida. La verdad libera, y eso es definitivamente cierto. Es muy difícil que las situaciones negativas se tornen positivas en el porvenir, si uno no sabe qué es lo que hace en medio de las tormentas. Cómo hablamos, nuestros gestos, el movimiento de las manos, el tono de voz, etc, etc, etc. Cuáles son los esquemas de pensamiento que tenemos para la resolución de conflictos, y que humildemente podamos cuestionarnos todas esas cosas, y comenzar a ensayar una nueva motivación, por el simple hecho de que así lo queramos.

En vez de preguntarte, “por qué me pasan estas cosas”, pregúntate “qué es lo que hace que pasen estas cosas”. En la primera buscas una razón, y tus razones siempre van a estar de tu lado, en la segunda te estás cuestionando a ti mism@, y esto puede comenzar a darte respuestas. Por eso es que nunca debemos enfocarnos en que las personas nos hacen sentir de tal manera, sino que “yo” me siento de tal manera...

Situaciones siempre habrán. Empero, la lógica que te ha guiado toda la vida para resolverlas, no es la más adecuada, si reflexionas sobre el hecho de que tu única meta es “no tener situaciones”, para así poder sentirte mejor. Es una lógica errática. Por el contrario, si utilizas la lógica de que “siempre habrá situaciones”, por lo tanto “revisaré mis esquemas de resolución de problemas” para “interactuar de una manera más adecuada con cualquier persona que se me presente una situación”. Parece simple, y lo es, siempre y cuando te decidas a hacerlo. Cuando uno comienza a venderse ideas, uno las compra, y en consecuencia comienza a actuarlas.

jueves, 5 de marzo de 2009

Salvar la relación, mirar al horizonte, o comenzar desde cero…


Es bien conocida la expresión “quiero salvar mi relación”, haciendo referencia al deterioro conyugal que se da en las parejas, y que luego de un tiempo se dan cuenta que el agua les está tapando la cara y emiten un grito de auxilio. Obviamente, que la gente no sabe lo que dice, cuando dice estas cosas.

Si analizamos detenidamente la frase, la primera reflexión que nos llega es que cuando hablamos de salvar, queremos mantener lo que tenemos. “Mantener lo que tenemos”, en breves términos, significaría continuar con la dinámica relacional que nos ha llevado a la derrota. La gente piensa en cambios estructurales, o sea, dejar de hacer cosas o comenzar a hacer otras, esto en cierto sentido, es algo positivo, pero no es lo que en definitiva va a resolver los temas de la pareja. Así que, podríamos decir que “salvar” algo, tiene el significado de “arreglar” un defecto o algo que se está “muriendo”, pero que al mismo tiempo queremos conservar. Es como arreglar un carro que se encuentra muy deteriorado, y generalmente por salvarlo en reiteradas ocasiones, lo que hace es traer un déficit económico al bolsillo del propietario, continuando el auto con un deterioro progresivo.

Por otro lado, tenemos una característica adaptativa que nos ayuda a poder sobrevivir emocionalmente, y es la “idealización”. Es muy raro que vivamos 100% la realidad a nivel mental, en tiempo y espacio, que tenemos en un momento determinado, por el contrario vivimos como si estuviese pasando lo que a nosotros nos gustaría que esté pasando. A esto me refiero con “mirar al horizonte”. El horizonte es un espejismo, no existe, simplemente está en la mente del que lo observa, pero todavía no he conocido la primera persona que me haya dicho que estuvo “de vacaciones en el horizonte”, o que se “pasó el día en el horizonte”, o que “fue de visita al horizonte”. Sin embargo, hablamos del horizonte como si realmente existiera. De igual modo, soñamos con una realidad inexistente, poniendo paños tibios a las situaciones concretas que no nos dejan vivir la relación de manera adecuada, y esperando que la suerte nos dé un giro en la dinámica relacional sin nosotros hacer nada.

Vivir con los pies en la tierra, sacar un balance detallado de lo que ha pasado y de lo que nos está ocurriendo como relación, es lo más idóneo. Comenzar a visualizarnos como responsables de nuestro proyecto conyugal, y observar donde han estado las dificultades para relacionarnos de una manera armoniosa, y “resetearnos” constantemente, entendiendo que, “comenzar desde cero” implica que humildemente hay que renovar de manera constante la relación de pareja, en vez de dejarle las riendas al tiempo, a los esquemas automáticos aprendidos en nuestras familias, generalmente disfuncionales, y planificar de manera conjunta nuestros proyectos como relación.

Deja de mirar el horizonte, que no existe. Tampoco quieras salvar algo que por desgaste está agonizando. Prefiere mejor, sacar balance y comenzar desde cero, con cuentas claras, limpias, y de manera consciente. Los espejismos sólo nos frustran, las idealizaciones nos estancan, mas los balances nos aclaran…