La falsa creencia de que lo que somos viene dado desde fuera, es lo que muchas veces nos lleva a ser personas infelices, inmaduras, incoherentes y sin una identidad que vaya con nosotros todos los días de nuestra vida. Llevar a rastro valores impuestos, ideas inyectadas por la sociedad en que nos desarrollamos, y maletas cargadas de “perfecciones ficticias”, son el motor y la clave para crear desesperanza en nuestra jornada vital.
Ahogarnos en la satisfacción de expectativas externas, como las que nos son legadas en nuestras familias y la cultura, es en cierto sentido lo que nos “ata” emocionalmente a modelos de vida que promueven una intensa y acelerada marcha hacia la conquista de “trofeos materiales”, que en cierto modo nos dan seguridad estructural y concreta, pero no nos alimentan el alma, y por eso aunque obtengamos palacios, villas, carros, ropas, etc., nunca nos sentimos satisfechos.
Y es que, la verdadera riqueza, la verdadera bondad del ser humano no puede ser comprada. Esta fuerza que nos levanta el ánimo, y nos hace sentir verdaderamente valorados y amados, no viene de afuera, sino desde el mismo centro de tu ser, de tu persona, de lo maravilloso que somos por el simple hecho de que nos dieran la oportunidad de haber nacido, de vivir la mágica experiencia de ser parte de esta vida.
Por eso, siempre hemos estado con nosotros, desde que nacimos, pero a veces no nos damos cuenta. Como dijo Octavio Paz: “Cuando estoy solo, no estoy solo, estoy conmigo”. Nada más cierto que esto. Cuando estamos concientes de que yo, y nadie mas que yo, tiene el poder de hacer cambios importantes, de valorarme, de amarme, de sentirme lleno en cada momento de mi vida, de no limitarme, de vencer los obstáculos, es sólo en ese preciso instante donde alcanzamos la paz anhelada y la riqueza emocional que no llega de ninguna otra manera.
Esa magia del ser que viene legada por naturaleza divina, está ahí, en tu corazón, pero hay que desarrollarla y cultivarla. Esa “semillita de virtudes” que tenemos todos los seres humanos, simplemente hay que darle cariño y darle calor, y seguir como el río, siempre en su cauce y nunca estancado. Y entender este concepto de “estancamiento” desde una óptica emocional, más que estructural. Que podemos vernos frenados por situaciones de la vida, pero no por nuestras emociones, ya que esta es la llave del éxito como personas, la verdadera esencia que hará que tú seas luz para tus semejantes, alimento para tu alma y la de los demás.
Siempre que se te haga difícil encontrar el camino hacia tu propia belleza interior, busca asesoría de personas que te ayuden a descubrir tu paz, tu propio ser, todo lo que puede emanar de ti, pero que tú mismo lo frenas, porque en vez de buscar dentro de ti, buscas en el exterior. Se tu propio guía, habla contigo, pregúntate cosas, cuestiónate, amate, abónate como una tierra que dará frutos. Siembra esperanza, amor, comprensión, dentro de tu alma, y verás que lo que cosecharás será increíblemente inmenso.
Y siempre recuerda que las estrellas no están en el cielo, sino dentro de ti, pero tú te has encargado de no dejarlas brillar. Deja que tu luz salga, visualízate como una creación de Dios, que nos hizo a imagen y semejanza de él, pero vivimos negando esa realidad, y por eso no encontramos la verdadera esencia de nuestra divinidad eterna!!!
Ahogarnos en la satisfacción de expectativas externas, como las que nos son legadas en nuestras familias y la cultura, es en cierto sentido lo que nos “ata” emocionalmente a modelos de vida que promueven una intensa y acelerada marcha hacia la conquista de “trofeos materiales”, que en cierto modo nos dan seguridad estructural y concreta, pero no nos alimentan el alma, y por eso aunque obtengamos palacios, villas, carros, ropas, etc., nunca nos sentimos satisfechos.
Y es que, la verdadera riqueza, la verdadera bondad del ser humano no puede ser comprada. Esta fuerza que nos levanta el ánimo, y nos hace sentir verdaderamente valorados y amados, no viene de afuera, sino desde el mismo centro de tu ser, de tu persona, de lo maravilloso que somos por el simple hecho de que nos dieran la oportunidad de haber nacido, de vivir la mágica experiencia de ser parte de esta vida.
Por eso, siempre hemos estado con nosotros, desde que nacimos, pero a veces no nos damos cuenta. Como dijo Octavio Paz: “Cuando estoy solo, no estoy solo, estoy conmigo”. Nada más cierto que esto. Cuando estamos concientes de que yo, y nadie mas que yo, tiene el poder de hacer cambios importantes, de valorarme, de amarme, de sentirme lleno en cada momento de mi vida, de no limitarme, de vencer los obstáculos, es sólo en ese preciso instante donde alcanzamos la paz anhelada y la riqueza emocional que no llega de ninguna otra manera.
Esa magia del ser que viene legada por naturaleza divina, está ahí, en tu corazón, pero hay que desarrollarla y cultivarla. Esa “semillita de virtudes” que tenemos todos los seres humanos, simplemente hay que darle cariño y darle calor, y seguir como el río, siempre en su cauce y nunca estancado. Y entender este concepto de “estancamiento” desde una óptica emocional, más que estructural. Que podemos vernos frenados por situaciones de la vida, pero no por nuestras emociones, ya que esta es la llave del éxito como personas, la verdadera esencia que hará que tú seas luz para tus semejantes, alimento para tu alma y la de los demás.
Siempre que se te haga difícil encontrar el camino hacia tu propia belleza interior, busca asesoría de personas que te ayuden a descubrir tu paz, tu propio ser, todo lo que puede emanar de ti, pero que tú mismo lo frenas, porque en vez de buscar dentro de ti, buscas en el exterior. Se tu propio guía, habla contigo, pregúntate cosas, cuestiónate, amate, abónate como una tierra que dará frutos. Siembra esperanza, amor, comprensión, dentro de tu alma, y verás que lo que cosecharás será increíblemente inmenso.
Y siempre recuerda que las estrellas no están en el cielo, sino dentro de ti, pero tú te has encargado de no dejarlas brillar. Deja que tu luz salga, visualízate como una creación de Dios, que nos hizo a imagen y semejanza de él, pero vivimos negando esa realidad, y por eso no encontramos la verdadera esencia de nuestra divinidad eterna!!!