miércoles, 17 de diciembre de 2008

Cultivando el ser...

La falsa creencia de que lo que somos viene dado desde fuera, es lo que muchas veces nos lleva a ser personas infelices, inmaduras, incoherentes y sin una identidad que vaya con nosotros todos los días de nuestra vida. Llevar a rastro valores impuestos, ideas inyectadas por la sociedad en que nos desarrollamos, y maletas cargadas de “perfecciones ficticias”, son el motor y la clave para crear desesperanza en nuestra jornada vital.

Ahogarnos en la satisfacción de expectativas externas, como las que nos son legadas en nuestras familias y la cultura, es en cierto sentido lo que nos “ata” emocionalmente a modelos de vida que promueven una intensa y acelerada marcha hacia la conquista de “trofeos materiales”, que en cierto modo nos dan seguridad estructural y concreta, pero no nos alimentan el alma, y por eso aunque obtengamos palacios, villas, carros, ropas, etc., nunca nos sentimos satisfechos.

Y es que, la verdadera riqueza, la verdadera bondad del ser humano no puede ser comprada. Esta fuerza que nos levanta el ánimo, y nos hace sentir verdaderamente valorados y amados, no viene de afuera, sino desde el mismo centro de tu ser, de tu persona, de lo maravilloso que somos por el simple hecho de que nos dieran la oportunidad de haber nacido, de vivir la mágica experiencia de ser parte de esta vida.

Por eso, siempre hemos estado con nosotros, desde que nacimos, pero a veces no nos damos cuenta. Como dijo Octavio Paz: “Cuando estoy solo, no estoy solo, estoy conmigo”. Nada más cierto que esto. Cuando estamos concientes de que yo, y nadie mas que yo, tiene el poder de hacer cambios importantes, de valorarme, de amarme, de sentirme lleno en cada momento de mi vida, de no limitarme, de vencer los obstáculos, es sólo en ese preciso instante donde alcanzamos la paz anhelada y la riqueza emocional que no llega de ninguna otra manera.

Esa magia del ser que viene legada por naturaleza divina, está ahí, en tu corazón, pero hay que desarrollarla y cultivarla. Esa “semillita de virtudes” que tenemos todos los seres humanos, simplemente hay que darle cariño y darle calor, y seguir como el río, siempre en su cauce y nunca estancado. Y entender este concepto de “estancamiento” desde una óptica emocional, más que estructural. Que podemos vernos frenados por situaciones de la vida, pero no por nuestras emociones, ya que esta es la llave del éxito como personas, la verdadera esencia que hará que tú seas luz para tus semejantes, alimento para tu alma y la de los demás.

Siempre que se te haga difícil encontrar el camino hacia tu propia belleza interior, busca asesoría de personas que te ayuden a descubrir tu paz, tu propio ser, todo lo que puede emanar de ti, pero que tú mismo lo frenas, porque en vez de buscar dentro de ti, buscas en el exterior. Se tu propio guía, habla contigo, pregúntate cosas, cuestiónate, amate, abónate como una tierra que dará frutos. Siembra esperanza, amor, comprensión, dentro de tu alma, y verás que lo que cosecharás será increíblemente inmenso.

Y siempre recuerda que las estrellas no están en el cielo, sino dentro de ti, pero tú te has encargado de no dejarlas brillar. Deja que tu luz salga, visualízate como una creación de Dios, que nos hizo a imagen y semejanza de él, pero vivimos negando esa realidad, y por eso no encontramos la verdadera esencia de nuestra divinidad eterna!!!

Por qué pienso que soy frígida?

Hace ya mucho tiempo que la palabra “Frigidez” dejó de utilizarse como un término adecuado para describir cierto estado sexual en la mujer. Este término hacía referencia a cualquier mujer que no tuviera ningún tipo de deseo o sensaciones relacionadas con el placer sexual. Hoy en día mejor se prefiere hablar de “Inhibición del deseo” propiamente dicho, para aquellas mujeres que tienen una disminución o ausencia de deseo sexual.

Hay muchas mujeres que se les hace difícil describir el estado o situación sexual que las está aquejando. Esto tiene mucho que ver con la vergüenza y el silencio que se transmite familiarmente entorno a los temas sexuales. Y por tal razón, muchas veces les resulta más fácil resumir todo en la palabra “Frígida”.

Solamente con una buena exploración clínica se puede llegar a un diagnóstico certero de lo que realmente está pasando. En algunos casos es una disminución del deseo sexual, por alguna situación que se está dando dentro de la relación de pareja, que se refleja en una falta de motivación para estar sexualmente con la otra persona. En otras ocasiones, es problema para poder dejarse llevar por las sensaciones y lograr un alto grado de excitación, lo que es traducido por las mujeres como que “no siento nada”.

Por otro lado, muchas mujeres vienen a consulta diciendo “mi pareja me dejó porque yo no tengo ninguna sensación cuando él está conmigo”. Y es precisamente, que estas mujeres no han aprendido a enfocarse en el placer, y cuando comienzan a sentir que la excitación va a aumentar, pues simplemente se desconectan o se bloquean pensando en otra cosa, e incluso parando el acto sexual.

Estas situaciones se dan porque la sexualidad de las mujeres que pasan por este proceso, simplemente no se ha vivido de una manera abierta. Y el primer paso es, rebuscar en la historia familiar para ver cuales códigos han formado su mentalidad sexual. Otro aspecto importante es, que hay mujeres que no se conocen físicamente, porque les da vergüenza explorarse corporalmente, y mucho menos, tratar de manera directa con sus genitales, sin sentir algún tipo de culpa o incomodidad. Y se crean a falsa expectativa, de que sólo la pareja es quien puede y tiene el derecho de darle el placer que su cuerpo va a experimentar.

Es muy difícil que una mujer que no se conoce, pueda sentir algo con alguien desconocido. Y comienzan su vida sexual de manera insatisfactoria, porque ni siquiera se atreven a decirle a su pareja que no están sintiéndose satisfechas, lo que degenera en años de amargura sexual. Y, mientras más tiempo pasa una persona con el problema, simplemente hace que se profundice mucho más la situación.
En todo caso, la sugerencia es, que sean francas y abiertas. Y algo que funciona mucho es, hablar de su intimidad, primero con alguien que las pueda orientar de manera adecuada, y luego que comience a ver los beneficios de un reaprendizaje de su sexualidad, cuando ya esté lista para comenzar a dar y recibir placer, pues que comience a disfrutarlo con su pareja. Por otro lado, las parejas de las mujeres que piensan que son “frígidas”, en vez de culparlas, sepan que ellas no lo hacen de manera intencional, sino que, lamentablemente han crecido en una sociedad donde el tema sexual es muy “distorsionado”, y que con apoyo y una buena ayuda pues las cosas pueden comenzar a funcionar mejor.

La genitalización de las relaciones sexuales


Cuando hablamos de relaciones sexuales, o pensamos en el tema del acto sexual, generalmente nos viene a la mente el concepto imaginario de los genitales, tanto masculino (pene), como femenino (vulva). Y esto tiene mucho que ver con el significado social y cultural que tienen las relaciones sexuales.

La construcción social de los géneros, lo que se aprende de lo que debe ser un hombre y una mujer, viene cargado con muchos significados entorno a los roles sexuales que deben desempeñar cada uno de ellos. A los varones desde que nacen, los familiares le comienzan a rendir homenaje al pene del bebé, y esto es una costumbre que se observa tanto en los comentarios de las tías y las abuelas, como en la postura táctil cuando le agarran el pene y le vanaglorian el tamaño del mismo.

Por otro lado, a la hembrita, nadie le celebra su vulva. Y esta se va sumergiendo en una caverna olvidada, donde la niña va haciendo uso de la misma de manera clandestina, y con la suerte de que en ningún momento nadie la encuentre tocándose, para que no se arme la tercera guerra mundial.

De este modo, se va configurando lo que es la sexualidad de ambos sexos, y se le va dando una carga única a lo que es la demostración de la sexualidad, a los genitales. Esto tiene consecuencias, en la mayoría de los casos, negativas. Y es que, lamentablemente, aunque vemos que la gente siempre alardea y dice cosas increíbles sobre sus relaciones sexuales, la realidad es que hay mucha insatisfacción en este plano.

Muchas de los problemas de erección que tienen los hombres, son producto precisamente de esta masculinidad mal construida. Por ejemplo, un evento de “no erección” se puede dar de manera muy normal en cualquier hombre, pero la configuración mental no acepta este tipo de fallo, ya que una erección es sinónimo de “hombría”, y por ahí viene la consecuencia funesta de disfunciones eréctiles consecutivas, que profundizan mas aun la potencialidad masculinizada del pene.

De igual modo, muchas mujeres no disfrutan de su sexualidad, en primer lugar por entender que toda su satisfacción debe estar centrada en la vulva, y en segundo lugar por esperar que el hombre con su omnipotente pene le de toda la gratificación que ella debe recibir. Gran error, demasiado grande diría yo.

Obviamente, que lidiar con lo que hemos aprendido, es algo complicado. Y muchas veces, auque sepamos que satisfacernos sexualmente, va mucho mas allá de lo que es un pene o una vagina, no encontramos la manera de gratificarnos de manera completa y disfrutar de todo lo que nos brinda nuestro cuerpo en general y el de nuestra pareja.


Por eso es bueno educarse adecuadamente, para aprender todo aquello que la sociedad y la familia se han encargado de “no enseñarnos” de manera abierta y sana… No es justo que sigas amargada, no es justo que sigas aparentando ser el hombre que tiene 5 erecciones seguidas y otras tantas eyaculaciones!!! Te mereces una relación sexual más abundante y plena, explotando esas maravillas que tiene todo el aparato sensorial. Así que, comienza a experimentar nuevas formas y sensaciones, a lo largo de ese maravilloso mar llamado cuerpo…

miércoles, 22 de octubre de 2008

La autonomía del PENE

Parece una rutina terapéutica la retórica discursiva de los hombres que van a la consulta con una de las disfunciones sexuales más comunes: La Impotencia o Disfunción Eréctil. Obviamente, estas son nominaciones técnicas, puesto que los hombres no les gusta hablar directamente de lo que tienen, y utilizan frases bien jocosas como “estoy flojo”, “no me funciona”, “no levanta”, “toy muerto”, etc…

Hay un elemento de suma importancia en la instalación de esta disfunción en un hombre, y es el desconocimiento de la función eréctil del pene, o sea, que es lo que hace que el pene tenga una erección o se pare. Por eso, todo hombre que viene a terapia dice más o menos lo mismo, y es un esquema que va derivando, en un rol expectativo, como bien lo definen los libros especializados en esta área.

Todo comienza con un momento en el cual el pene no tuvo una erección por cualquier eventualidad del momento: cansancio, estrés, problemas económicos, preocupaciones laborales, conflictos con la pareja, etc… esto es completamente normal, pero, el hombre comienza a darle una importancia marcada, probablemente por el significado que tiene para su masculinidad el no poder tener una erección delante de una mujer. Y aquí entramos, en el tercer elemento, que no necesariamente está presente, pero muchas veces si, y es que las mujeres hacen comentarios negativos ante esta eventualidad, del tipo “ya no me quieres”, “ya no te gusto”, “tienes otra”, “mira a ver lo que tu vas a hacer”, “eto ta jodón”… y esto comienza a trabajar de manera negativa en la mentalidad del hombre.

A partir de ese momento, y en lo adelante, cada vez que el hombre intente tener una actividad sexual, irá con la expectativa de si va a tener una erección, o si le pasará lo mismo. Y es precisamente en estas circunstancias, donde se da el momento crucial para que se comience a deteriorar de manera crónica la capacidad de tener una erección adecuada que permita una penetración.

En lo adelante no habrá una erección porque ninguna de estas actividades la promueven. Y es ahí donde está lo importante del asunto, el hombre deja de hacer lo que tiene que hacer para poder tener una buena erección. Concentrarse en los estímulos placenteros de la actividad sexual, que es en definitiva lo único que pone en marcha todo el aparato encargado de que el pene se eleve por lo alto.

En tal sentido, hay que hacer referencia al título de este artículo. La erección está mediada por mecanismos del sistema nervioso que se encargan de funciones “automáticas” del ser humano, y esto implica que dichas funciones son involuntarias, o sea, no podemos controlarlas, sino que se da la respuesta cuando, en primer lugar hay estímulos que promueven la respuesta, y en segundo lugar, nos concentramos en esos estímulos.

Podemos entender entonces, que ningún hombre es capaz de controlar una erección con su pensamiento, ni concentrándose en la erección, y mucho menos preocupándose por si se le va a parar o se le va a caer. La erección es espontánea y duradera, siempre y cuando el hombre disfrute del momento placentero, o se enfoque en una fantasía erótica.

Como yo digo, el pene es un antisocial, lleva una vida autónoma, no le gusta que le presten atención, es un personaje que sabe hacer su trabajo sin que se lo ordenen. El hombre sólo tiene que hacer su trabajo, y el se encarga de hacer su parte.

La terapia sexual existe, precisamente porque muchas veces, aunque entendamos esto, se hace un poquito difícil no “darle mente” al asunto, por el significado que tiene para un hombre su erección. Por eso, siempre aliento a las parejas, que no tienen por que estar pasando trabajo con estas situaciones difíciles a través del tiempo, busque ayuda para su vida sexual, que eso nunca está de más, y le dará muchos beneficios, tanto al hombre como a la mujer.

lunes, 20 de octubre de 2008

El encuentro terapéutico

Muchas personas sienten la curiosidad por saber que es lo que se hace en un proceso terapéutico, o como la mayoría le nombra, en “La Terapia”. Entorno a esta actividad profesional existen especulaciones y falsas creencias, que se han ido convirtiendo en “verdades inciertas” sobre lo que se hace en un espacio terapéutico. Algunos de estos mitos, vienen legados por la historia de la psicología, donde la mayoría tiene el estereotipo del “Psicoanálisis”, entendiendo que se va al Psicólogo a acostarse en un diván, a hablar, mientras el analista escucha las asociaciones libres que la mente del “paciente” va llevando a su “lenguaje hablado”. Otros creen que, los terapeutas tienen la misión de dar consejos sobre lo que una persona “debe” hacer para mejorar su vida. He conocido gente que, incluso, ha fijado una cita y al momento de llegar al lugar de la sesión, simplemente se devuelven, porque lo desconocido del proceso, le crea cierto nivel de ansiedad.

El propósito de este escrito es desmitificar la famosa “terapia” y llevar al lector una idea clara y objetiva de lo que va a recibir cuando busque la asesoría de un terapeuta. Lo primero es entender, que el concepto de “terapia” surge desde el mismo momento que el ser humano se dio cuenta de que hay muchas situaciones en su vida cotidiana que se le escapan de las manos, y que difícilmente puede manejarlas por sí mismo. Se comenzaron a crear sistemas, que surgieron de diferentes visiones de pensadores en torno a la mente humana y a sus procesos. Estos sistemas, también llamados paradigmas, y mejor conocidos como “escuelas”, son corrientes de pensamientos que han aportado muchas técnicas que los terapeutas facilitan a las personas para afrontar una situación determinada.

Lo segundo es que, cuando alguien entra en sesión, se produce un “encuentro terapéutico” entre dos personas “iguales”, en el que tendrán un diálogo, donde cada uno se va a nutrir del otro. Y eso nos lleva a otro mito, el de creer que un terapeuta es omnipotente, y tiene una fórmula mágica para resolver de manera instantánea cualquier problema. Más que esto, es un guía dentro del proceso, pero el crecimiento y la superación de la situación es responsabilidad de ambos, ya que la función terapéutica es: 1. Que la persona haga conciencia de procesos y elementos de los cuales no es conciente; 2. Reflexionar sobre estos procesos y de las cosas que el paciente se va dando cuenta en cada sesión; 3. Comenzar a hacer los cambios necesarios en su contexto familiar, personal, y de pareja; 4. Supervisar cada estrategia que se acuerde en el consultorio; 5. Formular opciones de vida sana y justas para todos las personas que estén vinculadas con quien acude a la terapia, incluyéndose a sí mismo; 6. Entender que para que funcione, tiene que ser un proceso que amerita paciencia, entrega, voluntad, valor, compromiso, y lealtad hacia su propia persona; 7. Recoger los frutos de la terapia.

El terapeuta, entendido y visualizado desde una óptica humana, es alguien que tiene en sus manos los recursos y habilidades para que otra persona se de cuenta de los patrones de funcionamiento que le han sido legados, tanto por la cultura, como por su familia de origen. Que ayudará al paciente a integrar su persona en un todo, que lo hará ser más flexible y sensible hacia las situaciones humanas. De ninguna forma, somos semidioses, con respuestas prefabricadas, sino que escuchamos y valoramos el tiempo que las personas invierten en hablarnos de sus problemas, y nos identificamos con los mismos para poder entenderlos mejor.

De tal modo que, el encuentro terapéutico es una actividad, que nos ayuda, tanto a los terapeutas, como a las personas que acuden en busca de nuestros servicios, al crecimiento personal, espiritual, humano, etc. Es dar y recibir, con muchísimas técnicas que se ajustan a cada persona en particular, y que después que el paciente da ese gran primer paso de ir a la terapia, se comienza a enriquecer de un maravilloso mundo de oportunidades y conocimiento que lleva dentro de si, pero los avatares de la vida no lo dejan darse cuenta.

Introducción

El nombre de este blog se debe a un gran libro de consulta, que para mi es una de las mejores obras escritas sobre los temas de Psicología. Lealtades Invisibles, es el titulo del libro escrito por Ivan Boszormenyi-Nagy y Geraldine M. Spark, que me ha marcado como terapeuta y guia de muchos procesos, tanto individuales como conyugales.

Es un acto de gratitud hacia esta excelentisima obra, lo que me inspira poner el nombre a este blog. Aunque para nada pretendo que todo lo que en el se escriba, tenga que estar directamente relacionado con el título del mismo.

Para los que quieran darse un banquete de lectura, aqui les pongo la referencia exacta:

Boszormengy-Nagy, I. & Spark, G. (1994) Lealtades invisibles : Reciprocidad en terapia familiar intergeneracional. Amorrortu Editores, Buenos Aires.


Gracias anticipadas,

Ramon Emilio Almánzar