
El propósito de este escrito es desmitificar la famosa “terapia” y llevar al lector una idea clara y objetiva de lo que va a recibir cuando busque la asesoría de un terapeuta. Lo primero es entender, que el concepto de “terapia” surge desde el mismo momento que el ser humano se dio cuenta de que hay muchas situaciones en su vida cotidiana que se le escapan de las manos, y que difícilmente puede manejarlas por sí mismo. Se comenzaron a crear sistemas, que surgieron de diferentes visiones de pensadores en torno a la mente humana y a sus procesos. Estos sistemas, también llamados paradigmas, y mejor conocidos como “escuelas”, son corrientes de pensamientos que han aportado muchas técnicas que los terapeutas facilitan a las personas para afrontar una situación determinada.
Lo segundo es que, cuando alguien entra en sesión, se produce un “encuentro terapéutico” entre dos personas “iguales”, en el que tendrán un diálogo, donde cada uno se va a nutrir del otro. Y eso nos lleva a otro mito, el de creer que un terapeuta es omnipotente, y tiene una fórmula mágica para resolver de manera instantánea cualquier problema. Más que esto, es un guía dentro del proceso, pero el crecimiento y la superación de la situación es responsabilidad de ambos, ya que la función terapéutica es: 1. Que la persona haga conciencia de procesos y elementos de los cuales no es conciente; 2. Reflexionar sobre estos procesos y de las cosas que el paciente se va dando cuenta en cada sesión; 3. Comenzar a hacer los cambios necesarios en su contexto familiar, personal, y de pareja; 4. Supervisar cada estrategia que se acuerde en el consultorio; 5. Formular opciones de vida sana y justas para todos las personas que estén vinculadas con quien acude a la terapia, incluyéndose a sí mismo; 6. Entender que para que funcione, tiene que ser un proceso que amerita paciencia, entrega, voluntad, valor, compromiso, y lealtad hacia su propia persona; 7. Recoger los frutos de la terapia.
El terapeuta, entendido y visualizado desde una óptica humana, es alguien que tiene en sus manos los recursos y habilidades para que otra persona se de cuenta de los patrones de funcionamiento que le han sido legados, tanto por la cultura, como por su familia de origen. Que ayudará al paciente a integrar su persona en un todo, que lo hará ser más flexible y sensible hacia las situaciones humanas. De ninguna forma, somos semidioses, con respuestas prefabricadas, sino que escuchamos y valoramos el tiempo que las personas invierten en hablarnos de sus problemas, y nos identificamos con los mismos para poder entenderlos mejor.
De tal modo que, el encuentro terapéutico es una actividad, que nos ayuda, tanto a los terapeutas, como a las personas que acuden en busca de nuestros servicios, al crecimiento personal, espiritual, humano, etc. Es dar y recibir, con muchísimas técnicas que se ajustan a cada persona en particular, y que después que el paciente da ese gran primer paso de ir a la terapia, se comienza a enriquecer de un maravilloso mundo de oportunidades y conocimiento que lleva dentro de si, pero los avatares de la vida no lo dejan darse cuenta.
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