jueves, 7 de julio de 2011

Eventos iniciales marcan la pauta

fuente de la imagen: http://lacomunidad.elpais.com/ozzono/2007/7/7/el-inicio-un-nuevo-camino

Cuando vivimos una relación de pareja nos envolvemos de manera tal, que nos vamos olvidando de los detalles. Uno de esos detalles, importantísimo, es el inicio, la forma en la que se comenzó a interactuar, y lo que marcó el inicio de la relación.

Podría pensarse que esto no tiene ningún tipo de importancia, sin embargo es la base de todo lo que se mueve en la relación. Esta base marca una pauta implícita de lo que motiva o desmotiva a dos personas a poner su empeño en hacer que las cosas funcionen de manera adecuada. De igual modo, en las actitudes positivas que cada uno tenga hacia su relación de pareja.
Otra parte importante, es como también las decisiones subsiguientes de cambio de una etapa a otra de la relación, se toman en base a eventos a los cuales no se les da una importancia consciente, pero que igualmente comienza a crear una configuración determinada que condiciona los sentimientos de cada persona.

Un ejemplo clásico, y pasa con muchísima frecuencia, es cuando una mujer queda embarazada de su novio. En la mayoría de los casos la opción por excelencia es casarse. Este evento de embarazo hace que dos personas tomen una decisión que no sopesa ninguna de los otros aspectos importantes para que una relación funcione bien. Le dejan “la suerte” del vínculo relacional a la responsabilidad que tendrán que asumir como padres, olvidándose de que lo que sostendrá emocionalmente a ese hijo es lo bien que puedan estar ellos dos como pareja.

Vemos como un evento que no debería ser negativo, pero que por no ocurrir en el momento adecuado, se convierte en negativo, hace que dos personas tomen una decisión probablemente errada. Sin saberlo, todo lo que comience a ocurrir en esa relación estará determinado por el sentimiento que haya generado la manera en que asumió ese evento cada persona.

La decisión tomada por ese embarazo determinará la forma en que se comuniquen, se expresen afecto, socialicen, hagan planes, etc. Siempre estará de por medio el tema “de lo que definió ese matrimonio”.

Para que estas cosas no sucedan, las parejas tienen que tener muy claro, que independientemente de lo que pase en un inicio, lo que permite estar en armonía relacional es que las decisiones de realizar proyectos juntos estén impulsadas por la decisión de querer estar el uno con el otro, y no por impulsos engendrados por eventos que ocurran en un momento determinado de la relación, ya sea en el inicio o más adelante.

@REAlmanzar

viernes, 1 de julio de 2011

El amor se vive desde la personalidad

Lamentablemente, como para muchas cosas, no hay un concepto claro de un sentimiento al que han nominado “amor”. Desde lo simple es sólo eso, un sentimiento. Ahora bien, si hacemos un enfoque desde lo complejo estaríamos debatiendo un grupo de elementos que han estado presentes desde hace tiempo en las definiciones sobre el amor.

Observando casos, de personas que siempre ponen como tema principal en la resolución de sus conflictos al salvador por excelencia que es el amor (la mayoría), he llegado a una conclusión: el amor se vive desde la personalidad de cada quien.

Es un sentimiento que todos, al menos eso creo, tenemos la capacidad de sentir, pero que no se vive de igual manera, ya que influyen en su vivencia todos los rasgos que conforman nuestras personalidades. Un indicador claro de esto es cuando dos personas que dicen amarse, se demuestran ese amor de una manera tan diferente, precisamente porque entienden que es la forma adecuada de amar.

Una personalidad que se va formando desde que nacemos, y que se fija de manera marcada cuando salimos de la adolescencia y comenzamos a vivir nuestra juventud. Aprendizajes familiares, básicamente de las relaciones de pareja que han servido como nuestros modeladores: papá y mamá, abuelo y abuela, etc. Las versiones de cada un@ de ell@s, más la vivencia que hemos tenido en el día a día compartiendo con sus relaciones amorosas. Todo esto, y de seguro muchas otras cosas mas, crean un esquema de personalidad que de manera automática, sin siquiera nosotros estar claros, se activa cuando comenzamos a vivir una relación significativa de pareja.

Si una persona no está consciente de sus rasgos de personalidad, probablemente no tendrá claro como vive el amor que siente por otra persona. Entenderá que desde su “normalidad” muy personal, está expresándolo de manera adecuada.

Este es el punto crítico que las parejas tienen que trabajar, para poder comenzar a abrirse a la posibilidad de aprender un nuevo modelo de vivir el amor, que no necesariamente significa ser otra persona, sino más bien estar claros en que queramos o no, la convivencia en amor dependerá mucho de que nos conozcamos bien a nosotros mismos, y de que le demos la oportunidad a nuestra pareja de que nos conozca y de dejarnos conocer. Si esto se logra, entonces el tránsito se hace mucho más fluido, y la expresión del amor será un tema que se irá trabajando de manera continua.

El amor no salva relaciones, pero si ayuda a sus miembros a ser responsables de los reajustes de la misma.

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