miércoles, 22 de julio de 2009

Todo germina en el trópico

Por Tito Auger, Puerto Rico.

En nuestro curioso país, altamente surreal a cualquier hora del día o de la noche, las infecciones de opiniones con o sin fundamento son una epidemia que corre en nuestra sangre como una mancha de plátano genética. A pesar de la cantidad de versiones, revisiones y vueltas que las opiniones pueden llegar a tener , éstas encuentran un denominador común en la población, ya que tendemos a opinar como si tuviéramos autoridad divina para declarar nuestras verdades de forma absoluta, vociferando, gesticulando, frunciendo el ceño y catalogando de forma especial a todo aquel que no comparta nuestra opinión. Claro, como buen producto del surrealismo tropical, todo esto corre en mi sangre también, y tengo a veces que respirar hondo un par de veces antes de convertirme en un digno representante puertorriqueño de la intolerancia. Escuchando esa amalgama de opiniones editoriales en la calle, a veces se topa uno con unos extraordinarios pasos de comedia o en otros casos con sendos atropellos a la lógica, que a veces sugieren que las verdades sólo le sirven a la gente cuando le convienen y que siempre hay un bochornoso loco en la calle tratando de probar que dos más dos no son cuatro.

Escucho hablar de la corrupción, de las drogas, de la violencia, de la falta de educación, de la criminalidad y otros temas sabrosos para los medios masivos, que no tienen descanso y que seguramente venden más por el "melodrama", esa artesanía altamente estimada en nuestro país y que encuentra su máxima expresión en la novela televisiva, diosa de la fantasía y patrona de las inquietudes "amacaseras". Entonces todos levantamos la voz y apuntamos con el dedo a los responsables de los sinsabores sociales, la Policía, la Gobernadora, las escuelas, el gobierno federal, los empresarios sin escrúpulos, el vecino, Septiembre 11, el fenómeno de "el Niño"... Y yo, epítome de todo buen puertorriqueño, no me quiero quedar atrás, y cónsono con mi cultura y mi sangre voy desde mi aposento en el valle del Turabo a apuntar mi dedo hacia los responsables de todos nuestros sinsabores socioeconómicos post-modernos: nosotros mismos.

Reyes de la comodidad y el mantengo, auspiciadores honorarios de la jaibería y de la listeria, del crédito fácil y del fronte aprendido, defensores enérgicos de ideales que ni siquiera podemos definir, soldados del protagonismo, enciclopedias de farándula, parásitos del rumor de la calle, o sea, el chisme, representantes máximos del "y yo, qué?", porque el "nosotros" es todavía... ¿quiénes? Levanto mi dedo y me señalo y te señalo como responsables de todo lo bueno y lo malo que nos ocurre. Les pregunto si no se han dado cuenta que nuestro pueblo vive en un 60% bajo algún tipo de mantengo o subsidio. La tasa de natalidad y las madres solteras ya son parte de una subcultura, como lo es también el desertor escolar, el marido violento. Somos la adolescencia extendida encerrada en su territorio natal, somos la promesa mágica de un aire acondicionado, del cable TV, del tener más beneficios con menos trabajo. Eso suena bien. Eso es un paraíso. Es lo que todo buen boricua necesita, un sistema diseñado para hacernos la vida fácil y no tener que pensar mucho. Y como llevamos ya tres o cuatro generaciones sembrando estas semillas, pues la gansería ya corre a cántaros por nuestra sangre, la listería es nuestro credo, la fiesta es 24 horas y 7 días, y el cerco de la individualidad y el egoísmo es como un programa de fomento económico. Las lecciones de vida nos caen por chorros, cuando el Capitolio se desangra cada vez que se apuñalan la espalda mutuamente estos hijos del "racket" colonial, doctores de la hipocrecía, representantes exclusivos del tercer mundismo disfrazados con escoltas y teléfono celular. Si no tenemos responsabilidad legal REAL sobre nuestro futuro y destino, pues... a quién le importa algo.

Que lluevan los verdes... aquí nos matamos los unos a los otros por cogerlos, aunque no hayamos trabajado por ellos. Pobrecito Muñoz... mira en lo que terminó todo en la cultura del velagüira. Abundancia sin responsabilidad. Un pueblo que pasó de gatear a volar, sin haber aprendido primero a caminar. Brillante. Y ahora qué hacemos con las lagunas históricas, con las etapas saltadas... cómo pensaban que íbamos a salir saludables de un proceso tan rápido, tan brutal, ¿tan fuera de nuestro control? Este sistema que nos cría está de arriba hacia abajo repleto de hombres y mujeres que no están dispuestos a hacer nada por las cosas que critican ni por lo que es peor, por las cosas que se suponen que amen. Esto es lo que producimos. Gracias a Dios que tenemos tantos shopping malls como escuelas, porque ¿se imaginarían ustedes qué sería de esos muchachos?... ¿desubicados?... que va... Mire, opine y opine duro... pero aguante opiniones también, y hoy mi opinión está clara y consisa; somos un pueblo joven, con mucho que aprender, aunque ahora mismo tan absurdo que puede llegar a ser hasta gracioso, por eso, con la pena que tengo, déjeme reír, pues hay un pueblo disparándose sus propios pies y culpando a un francotirador invisible por todo este reguero donde sus hijos resbalan, dándose bien duro en la cabeza. Y aunque no lo crea, usted es parte de la solución o parte del problema , pues cada palabra o acto suyo tiene consecuencias individuales y COLECTIVAS, cada acción suya deja algún tipo de semilla, todo tiene su efecto. Sólo le pido que recuerde que se cosecha exclusivamente lo que se siembra, y que sea yerbabuena o yerba mala, todo germina en el trópico... ahh.... y algo más... no le eche la culpa a nadie más por eso.

http://www.fielalavega.com/opinion.shtml

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