miércoles, 8 de abril de 2009

Manso y humilde de corazón

"Jesus Teaches" ilustraccion de Jerod Waggoner


Jesús los llamó y les dijo: “Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”. (Mateo 20:25-28 BE-NVI, 2002)

Tremenda enseñanza la del maestro en este pasaje de la Biblia. Es un camino muy desconocido el que se nos presenta con estas palabras. Realmente tiene mucho contenido, y un mensaje tan profundo como el más recóndito de los suelos marinos. Ser humilde y manso de corazón no es algo que se entienda de forma fácil, no por lo complejo del proceso, sino por la soberbia y el egocentrismo en el que nos hemos desarrollado como sociedad.

Por el hecho de haber diferencias sociales, nosotros hemos entendido que también debe haber diferencias personales. Grave error, puesto que simplemente se ha organizado la sociedad en base a un sistema que mal o bien nos ha permitido caminar como civilización, pero nos ha hecho mucho daño en el plano existencial, ya que hemos asumido esa organización en el plano de las relaciones humanas, lo cual no debe ser así.

Hemos entendido, que para ser importantes tenemos que tener todo un equipo de personas (lambones en buen dominicano) a nuestro alrededor para que nos sirvan. En la medida en que esto sea así, más soberbios e inhumanos nos ponemos, puesto que el poder, tal como lo conocemos, hace mucho daño en seres tan vulnerables como nosotros. No hemos aprendido, que para ser grandes y merecedores de respeto tenemos que albergar compasión y humildad en nuestros corazones. Que solo seremos recordados como personas grandes, por la grandeza de nuestra humanidad, y no por la altanería de nuestras posiciones.

Servir en un contexto humano, implica ganar favores de manera infinita. Creo que esta es la clave de una gran persona. Entender que cuando nos encontramos en una posición ventajosa, lo que nos hace realmente trascender es el servicio que podamos hacer desde dicha posición, porque así seremos recordados.

En otro plano, igual de importante, está el crecimiento personal. No hay forma de crecer como persona, de cambiar malos hábitos, de caminar en un proceso de conciencia, si nuestro corazón no es manso y dispuesto a asumir los errores y las inadecuaciones de nuestros comportamientos. Sólo el que es capaz de aceptar y aprender de manera humilde, llega a conocer el gran secreto de la sabiduría del maestro.

El reconocimiento no llega porque yo “soy”, sino porque “yo hago”. Moverse en esta dirección conlleva entender que nada nos pertenece, y que simplemente somos administradores de algo que se nos ha dado y que dejaremos el día de nuestra muerte. La arrogancia es producto de un complejo de superioridad, que no es mas que miedo a aceptar la fragilidad del ser, y lo etéreo de esta vida.

Muchos podrán argumentar que Jesús fue simplemente uno más de muchos maestros. Pero su grandeza, trasciende por el simple hecho de que adoptó una posición de servicio, desde su contexto celestial monárquico, y que no hizo un reinado de castillos, sino que ejerció su poder haciendo una labor comunitaria. Adoptando la forma de los necesitados, porque sabía que era la única manera de poder ayudarlos. No cambió al mundo, pero el mensaje es tan grande, que muchos no lo soportan, precisamente porque vistió la grandeza de humildad.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Una reflexion hermosa, profunda y real para estos dias tan especiales y tan espirituales. Seamos Mansos y humildes de corazon como nos manda el senor.
te quiere, Sandra

Hory dijo...

Por qué tenemos miedo de dejarnos envolver por nuestra vulnerabilidad y darnos cuenta de que la vida no vale nada si lo que hacemos o lo que somos, es para un bien común, no propio?

Al final del camino lo que importa es la bondad, el servicio y la humildad.

Que el superarnos no sólo sea para ser "alguien" en la vida, sino, que esa superación sirva para ayudar a otro a ser ALGUIEN.

Todos nacemos con estos preciados dones que el Señor nos ha otorgado por amor, hasta antes de nacer. Nuestro trabajo consiste en elegirlos como guías de nuestra vida, y el enseñar a los demás, mediante nuestros actos, que son el mejor complemento para una vida plena.

Anónimo dijo...

Jesus no solo es un maestro, es Dios hecho hombre. Bien hablas de la humildad pero se debe reconocer que Jesus cambió el mundo, dividió la historia A.C. (Antes de Cristo) y D.C. (Después de Cristo).
Como dices debemos seguir el ejemplo de grandeza de humildad de Jesus, pero solo EL puede cambiar a un gran orgulloso en uno de los humildes y mansos de corazon. Hacemos intentos de "yo hago" pero solo con la gracia de Dios podemos lograrlo.