viernes, 22 de mayo de 2009

El poder de nuestras decisiones


No saber qué hacer, en algunos momentos, se convierte en un calvario para nuestra vida. Es como si lucháramos para poder estar tranquilos en medio de una tormenta, en la cual sólo nosotros somos participes de manera protagónica. Es agonizar teniendo todas las posibilidades de vida, entendiendo que la salida vendrá de una fuente exterior porque si, porque así debe ser. Y, esto, depende mucho del marco preconceptual del que hayamos salido como entes humanos (religión, cultura, familia, sociedad). Nos han ensenado mucho a no escoger de manera adecuada, y convertirnos en seres resignados a esperar a ver que pasa.

Tener poder, es simplemente manejar algo que sólo yo tengo la potestad de manejar. Es hacer posible las cosas que siento y deseo que sean posibles. Muchas veces se ha mal entendido el poder, ya que se visualiza entorno a los bienes materiales que se adquieren a través del capital. Y, en cierto modo, como vivimos en un mundo capitalizado, es así, pero mas que demostrado esta que, esto es pura ilusión, y no da poder verdadero y real, sino más bien satisfacciones momentáneas, que llenan nuestra vida de ilusiones banales y significados fantasiosos creados por la sociedad en que vivimos.

Algo importante a tomar en cuenta es que, nosotros somos lo que creemos que somos, y no lo que somos en realidad. En tal sentido, hemos perdido la capacidad de aceptarnos a nosotros mismos tal como somos. Nos hemos visto inmersos en una cantidad de creencias que guían nuestras vidas de una manera marcada. Es como un legado que hemos adquirido de la miseria humana que vivió antes que nosotros en este mundo. Aceptamos la verdad del mundo, para enterrar lo que somos como personas únicas y creadas para un propósito marcado e infinito a la vez.

Generalmente cuando le pregunto a alguien “cómo tu eres?”, no me saben decir. No nos gusta hablar de nosotros mismos, como si fuera un pecado o una blasfemia, ya que hablar de uno mismo es algo de personas arrogantes y sin modestia. Por eso nos vamos metiendo cada vez más en la falsa creencia de una humildad engañosa, pensando que saber quien soy y decirlo sin problemas, es un crimen de humanidad, por el cual seré etiquetado por el resto de mi vida como un pedante. Obviamente, no es que vamos a estar hablando de nosotros fuera de contexto, sino que, tenemos que sabernos a nosotros mismos y asumirnos con autoridad ante nuestra vida, y ante otras personas en el justo momento que sea necesario.

Las decisiones las toman otros, y es mucho más fácil, más cómodo así. Esto, es un mecanismo que, solamente le da poder a la otra persona sobre tu vida. Es lo que desde pequeños hemos vivido. Papá, mamá, y toda persona que miramos hacia arriba, deciden lo que tenemos que hacer, en consecuencia, nos vamos acomodando a esta manera de funcionar. Hasta cierto punto, en alguna etapa del desarrollo esto debe ser así, pero la parte crítica de todo esto es, que en ningún momento nuestros padres/madres, y o gigantes todopoderosos, nos enseñan que somos importantes en la toma de decisiones de nuestro sistema familiar. Y ahí se va forjando esa esclavitud encarnizada que vivimos en nuestro día a día en todos nuestros procesos, “no saber decidir”. Peor aun, muchas veces decidimos mal, y vemos un producto que no era el esperado, ya que no se nos permitió desarrollar esa habilidad.

Hay una frase que he utilizado mucho en estos días, y es que “la vida de las personas está rodeada de sus decisiones”. Lamentablemente, muchas veces “malas decisiones”, producto de lo esperado por el mundo, o de la impulsividad del momento, o de las creencias erróneas, o falsas expectativas que se tienen de nosotros en nuestro contexto familiar.

No hay nada comparado a la satisfacción que nos brinda el hecho de tomar nuestras propias decisiones. He retado a muchos pacientes diciéndoles “toma una decisión, y verás el poder que vas a sentir”. La sorpresa no tarda en llegar, y me dicen que es increíble como su mundo comienza a cambiar, de manera inmediata, cuando comienzan a tomar decisiones y a asumirlas de manera comprometida.

Para tomar una buena decisión, primero hay que hacer conciencia de las cosas que uno como persona quiere en la vida y en el momento que se está viviendo. Segundo, hay que sopesar todas las opciones posibles y tratar de visualizar el producto a corto, mediano, y largo plazo de cada una de las opciones. Tercero, observar a que personas afectará nuestras decisiones, tanto en la actualidad, como en futuras generaciones que ni siquiera han nacido. Cuarto, pedir sugerencias a gente que realmente tengan una visión critica y depurada de la vida (no a todo el mundo, y esta parte es importante). Quinto, mirar hacia atrás y sacar un balance objetivo de todas las decisiones que hemos tomado y cuales nos han dado realmente el fruto esperado, para poder elegir adecuadamente. Sexto, reflexiona sobre las decisiones de tu sistema familiar, y como han repercutido en tu vida y las vida de quienes te rodean, para que no cometas los mismos errores. Séptimo, da el paso y comienza a sentir el éxtasis y la satisfacción de asumir la responsabilidad por tomar una decisión de manera reflexiva y critica. Octavo, no lo hagas como forma de rebeldía. Ser rebelde no es lo mismo que tener poder, por el contrario, tener poder es ganar sin hacer ruido.

Ensaya todos estos pasos, como si fuera un juego nuevo. Te garantizo que si lo haces a menudo, verás como incrementa la confianza en ti mismo, y las personas que te rodean comenzarán a admirarte y respetarte de una manera positiva.

re.almanzar@gmail.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un texto magnífico y de una gran ayuda. Muchas gracias

Anónimo dijo...

Excelente Doc..me he topado con sus escritos y la verdad nos pone a reflexionar sobre cada tema, lo felicito. Carmen Lara