jueves, 2 de junio de 2011

Personas portadoras de genitales


Al parecer, para muchas personas el mundo está dividido en dos grandes equipos: las mujeres y los hombres. Lamentablemente los roles que se le han asignado a cada grupo hacen que se crea que las diferencias van mucho más allá de la fisiología femenina y masculina.

Es innegable que somos diferentes en ciertos aspectos muy básicos. Comenzando por el organismo, es obvio que no somos iguales, incluso en la manera en que nuestra biología nos hace comportarnos a cada sexo. Ahora bien, realmente la diferencia biológica debe marcar la pauta de quien es superior a quien, o de cuales derechos tiene cada grupo sexual?

En las parejas habitualmente observamos como se dividen las asignaciones que les tocan al hombre y a la mujer. Generalmente, la carga más pesada en términos económicos “se entiende” que debe recaer sobre el hombre, aunque no en todos los casos. Considero, que al mismo tiempo, esto le va dando un “derecho implícito” de atribuciones que le confiere lo que se espera de él como aporte, traducido a nivel mental, se va creando un halo de merecimiento, que muchas veces se ve reforzado por las creencias sociales.

Si analizamos este aspecto de las diferencias de manera detallada, pues estaríamos ante un tema infinito. Las diferencias no están marcadas únicamente por la biología de los sexos, sino que incluso dentro de los mismos grupos sexuales encontramos muchas más diferencias. Esto nos plantea una problemática que iría más allá del género, y estaríamos hablando entonces, no de quien es el sexo que tiene  mayores beneficios, sino de cuáles personas están por encima de otras personas.

El asunto es más simple de lo que pueda parecer, si nos vamos al plano de lo llano. Creo, que por encima del sexo, está la condición humana, que es algo totalmente incuestionable. Somos, todos, personas portadoras de genitales. Tener un sexo determinando no nos da derechos adquiridos por pertenecer a uno u otro grupo sexual. En consecuencia, estaríamos hablando de que todos tenemos los mismos derechos, las mismas obligaciones, los mismos deberes, y merecemos el mismo respeto.

Viéndolo desde este punto de vista, nuestros genitales pueden ser observados para lo que fueron creados: funciones meramente fisiológicas y de satisfacción sexual, y no como la quintaesencia que nos da un poder ilimitado. Varón o hembra da igual, simplemente somos PERSONAS, y esa es la condición en la que tenemos que enfocarnos.

Si entendemos ese concepto, en el momento de realizar acuerdos con el sexo opuesto, ambos seríamos ganadores, llevando una enorme ventaja por encima de nuestro ego sexista. Entender que somos acreedores de razones, porque nos han hecho creer que hemos sido favorecidos en ciertos aspectos por estar provistos de un pene o una vulva, es una ficción que únicamente nos hace cometer estupideces que no nos llevan a ningún tipo de evolución y madurez como seres humanos. La razón no habita ni en el glande, ni en los testículos, ni en el clítoris, ni en los ovarios, sino en nuestros cerebros y en nuestros corazones, que aunque fisiológicamente tengan diferencias marcadas, nos permiten pensar, razonar y sentir sin la necesidad de que una eyaculación, una erección o una lubricación vaginal marquen las pautas de nuestros senderos.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

me encantó! ojalá lo leyeran algunos de los muuchos hombres (y mujeres) machistas que hay en este país...y en muchos otros!

vanessa osechas.

Anónimo dijo...

Excelente, esto deberían leerlo los que de manera absurda atacan a los de su misma condición, solo por su preferencia sexual, olvidandose de que son PERSONAS, seres humanos que necesitan y les debemos su espacio en la sociedad moderna en la cual estamos viviendo.