jueves, 9 de junio de 2011

Lucha de poder en la relación de pareja


En terapia de pareja hay variados temas que pueden ser de atención para resolver situaciones que afectan la dinámica de la relación. Hay áreas muy vitales como la comunicación, los acuerdos, manejo de conflictos, etc. que en mi experiencia son las que generalmente están generando malestar en las dos personas que conforman la relación.

Luego de hacer una exploración, básicamente los terapeutas asignamos ejercicios para enseñar a las personas a practicar ciertos aspectos que tienen que resolver. La idea es que se vayan dando cuenta de los elementos de malestar mientras están desarrollando sus asignaciones, y al mismo tiempo ir creando el hábito de trabajar para el mismo equipo.

Estas asignaciones, generalmente conocidas como “tareas terapéuticas” sirven para varias cosas. Se podría pensar que el objetivo “único” de estas tareas es que la pareja regrese donde el terapeuta con sus ejercicios listos y bien planchaditos, pero no necesariamente tiene que ser así. De hecho, hay personas que temen regresar a la sesión porque no han hecho los ejercicios.

Lo que no se entiende es que “cualquier” cosa que pase con esas asignaciones es un tema de terapia. Una de los temas que con frecuencia sale a relucir con el “no cumplimiento” de las asignaciones, es la lucha de poder en la relación, que marca las pautas de cómo la pareja realiza todo lo que es concerniente a la misma, incluyendo en este caso los ejercicios.

Cuando dos personas tienen una lucha de poder en una relación, se les hace muy difícil enfocarse en la resolución de sus conflictos. Esto sucede porque lo que tiene importancia para ellos no es su relación, sino más bien el orgullo egoísta que los motiva a no ceder asumiendo una postura humilde, para tomar conciencia de lo que hay que resolver. Increíblemente van buscando ayuda donde un/a terapeuta, pero se les complica hacerle caso a las directrices que les da la terapia para comenzar a darle un giro a su relación.

El criterio personal que prima en las personas es lo que fomenta la lucha de poder en las relaciones. Esos esquemas arraigados, que tienen tanto el hombre como la mujer, no los deja comprender que hay múltiples visiones de la misma realidad, y que hay que entender a la otra persona en su visión del contexto que está viviendo, de la misma forma que uno/a quiere que lo/a entiendan.

El pronóstico de las relaciones donde hay una lucha de poder muy marcada no es alentador. La probabilidad de que termine la relación de una manera muy negativa es amplia, tomando en cuenta que en algún momento uno de los dos, en su frustración e impotencia, podría reaccionar de manera muy impulsiva en su afán por hacer entender a la otra persona que él o ella es que tiene la razón. El daño emocional que se hacen el uno al otro, es invariablemente muy profundo, y son relaciones en las que casi siempre se vive triangulizando a terceras personas para que se conviertan en sus aliados (conformando parte de su “bando”).

Así de fuerte como es una lucha de poder en una pareja, así de fuerte tiene que ser la manera en que la terapia resuelva esa dinámica. Primero poniéndolos a “tratar” de hacer equipos; segundo, ponerlos al descubierto para que se den cuenta de que no tienen la capacidad de asumir la responsabilidad de su relación mas allá de ellos mismos; tercero, afrontándolos para que entiendan que vivir un contexto de dos bajo el criterio personal de cada una de las partes es una perdida de tiempo a largo plazo. Solo si la pareja es capaz, junto con el afrontamiento del terapeuta, de darse cuenta de su posición egoísta, asumiendo una posición conjugada y dejándose ayudar, la tendencia a la mejoría comienza a tener sus frutos.

Para seguirme en Twitter: @REAlmanzar

2 comentarios:

Leonel Feliz Morales dijo...

Eso es muy cierto Dr! y en las mayorias de los casos nunca concluyen el ciclo de sus terapias

nelly dijo...

me gustaria sabaer tecnicas o para que sirve la lucha de poderes en la preja a ke te lleva